LA PRENSA DE LARA.- Entre las consultas frecuentes en el campo de la neurología y psiquiatría están las demencias, las cuales cada día se incrementan, constituyendo un gran problema de salud pública a nivel mundial.
Es así, como en mi consulta, acuden diariamente un número mayor de pacientes de la tercera edad con trastornos de la memoria, en ambos sexos, predominando en el sexo femenino y presente en un 58% de la población mayor de 60 años, aumentando la incidencia en la medida en que nuestra edad avanza. No obstante, la Organización mundial de la Salud (OMS) la define como un conjunto de síntomas y signos que caracterizan dicho proceso que es progresivo y crónico dado por un deterioro de la función cognitiva, es decir, va disminuyendo la capacidad de procesar el pensamiento, la memoria, la orientación, la compresión, el cálculo, la capacidad de aprendizaje, el juicio y el lenguaje, sin afectar la percepción de su propia existencia, pero en su estado terminal o avanzado pierden esa percepción.»& ;
Tales alteraciones suelen estar precedidas o acompañadas con trastorno del estado emocional (tristeza, ira) y del comportamiento social (vestir inadecuado, repuestas incorrectas).
La interrogante surge, por parte de los familiares, por ser en este grupo etario una de las principales enfermedades incapacitantes con gran dependencia y repercusión en el seno familiar.& ;
El impacto de esta enfermedad incide en la totalidad de la sociedad, básicamente en la familia, tanto en el orden físico, psicológico y económico, tal proceso incapacitante, amerita la atención permanente por parte de un cuidador, sean estos o no familiares, asistiéndole en todas sus necesidades básicas, hasta en el último momento. No obstante, el agotamiento físico y psíquico de los cuidadores se hará presente en el transcurso del tiempo, según la resistencia que pueda tener su organismo o según la ayuda que puedan recibir en esta función.
En pocas palabras podemos resumir los riesgos a que están expuestos los cuidadores:
1. Riesgos Físicos: ocasionado por cargar pesos, posturas forzadas, agresiones por parte del paciente, desencadenando lumbalgias, mialgias o dolores musculares de carácter reactivo, entre otras& ;
2. Riesgos Psicosociales: exceso de trabajos, múltiples funciones, implicación en las emociones que lo pueden conducir a la depresión y ansiedad
3. Riesgos Biológicos: la relación con los pacientes o personas dependientes pueden adquirir enfermedades por contactos con los propios fluidos biológicos por vía aérea o dérmica
4. Igualmente están los riesgos inherentes a no tener las condiciones estructurales o equipos adecuados para asistir eficientemente al incapacitado.
Más aún, el riesgo en los componentes de la familia y en el cuidador es mayor en los países del tercer mundo en donde no existe un plan bien elaborado por parte de los entes oficiales y de la sociedad en general, la cual no está organizada e informada para atender esta patología, incidiendo negativamente en la calidad de vida tanto del anciano demente como en los familiares más inmediatos& ;
De tal manera, la mayoría de las personas de edad senil y más las dementes, no están atendidas adecuadamente en toda su extensión, constituyendo la «edad dorada» un suplicio, tanto para el paciente como para los familiares más inmediatos y en mayor proporción para el cuidador, por lo tanto, la familia debe cuidar al paciente demente como al cuidador
Por: Hely Brandt
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