Jennifer Orozco | La Prensa.- “Señor deme algo ahí pa’ come”. Niños, niñas y adolescentes se van a la calle con la mano extendida pidiendo plata o comida para subsistir. El Terminal de Pasajeros, Mercabar y los centros comerciales son los puntos principales donde los menores van a buscar la papa diaria.
Un morena ojos verdes, de a penas 11 años. Viste un short de blue jean, blusa que deja ver el ombligo y unas sandalias rotas. Los hombres miran su cuerpo, aunque es una niña. Ella no esta conciente de los peligros que corre en la calle, lo que tiene es “hambre”. Pasa su día en el terminal buscando comida para ella y sus hermanos menores.
“Mi mamá trabaja recogiendo basura en la calle, usa pantalón y camisa roja. Ella gana muy poquita plata y nosotros somos cuatro hermanos, yo la ayudo pidiendo aquí y al final del día con lo que buscamos comemos”, cuenta la niña.
Tras preguntarle cuanto ganaba, ella admitió que los fines de semana hay mas plata, porque hay más pasajeros. “Los sábados hay mucha gente y me dan billetes buenos de los nuevos. A veces saco y compramos pan y vamos comiendo”, narra.
La pequeña asegura que esta en sexto grado. “Mi mama nos inscribió en una escuela aquí cerca del terminal, por eso se nos hace fácil venir a pedir aquí”, dice.
La niña admite que hay días duros, donde la gente no le da nada de plata. Ella no solo espera dinero, si no comida; acepta refrescos, empanadas, galletas y caramelos.
En el terminal, a esta menor no solo la acompañan sus hermanitos. Una ronda que hizo el equipo reporteril del Diario La Prensa, contabilizó 20 menores de edad pidiendo comida y dinero dentro de estas instalaciones.
En Mercabar la situación es similar. Padres y madres se van con sus hijos a recoger los sobrantes de las verduras en La Playa del mayorista, lo cual lo hacen desde hace muchos años, pero con la variante que ahora los menores también piden dinero. “Como no hay efectivo, se les da algo para comer. Esos niños vienen desesperados y con hambre”, comenta uno de los camioneros.
En los centros comerciales en centro y este de Barquisimeto, los niños y niñas que esperan en los alrededores de las ferias de las comidas aumenta a diario. “No solo esperan comida. Tiene que tener mucho cuidado, algunos les arrancan la cartera a las mujeres”, comenta un oficial de seguridad del Sambil.
Para la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), los menores que hacen de la calle su casa se encuentran en riesgo de sufrir abuso, explotación y violencia. En varios de los casos seguidos han encontrado pandillas que utilizan armas blancas para defenderse.