Jennifer Orozco | LA PRENSA.- “Nadie aguanta la hediondez. Cuando preguntamos dijeron que era porque la última cava que funcionaba se había apagado esta mañana”, dijo José Fernández, familiar de un fallecido con diabetes. Según información de la morgue, las 4 cavas que estaban operativas fueron fallando poco a poco y esta semana la última que servía “se tiró tres” y dejó de enfriar.
La situación de la morgue se agrava cada día más. Hasta hace un año 4 cavas para 3 cuerpos cada una, estaban en funcionamiento. Poco a poco, por la falta de mantenimiento, bajones de luz y exceso de utilización, fueron apagándose una por una.
La última que funcionaba duró 6 meses. Los trabajadores de la morgue la cuidaban “como niña bonita”, por su tiempo de vía expiró. Es una cava que tiene más de 10 años funcionando sin apagarse.
Como los trabajadores no tienen dónde preservar los cadáveres, los dejan afuera, en la sala de recibimiento de la sala patológica. Allí se descomponen poco poco. Se van llenando de moscas verdes y el mal olor impregna la morgue.
Tanto cadáveres de muertes violentas, como hospitalarias sufren el mismo problema.
Aunado a esto, en la morgue no hay aire acondicionado integral que pueda enfriar lo suficiente como para compensar la falta de cavas. Un solo aire pequeño mantiene algo de fresco dentro de la sala, pero no es suficiente.
Se suma además de los problemas, la falta de formol, que según fuentes internas hace años que no son dotados con este químico, además de otras sustancias que serian más útiles para limpiar en la morgue. Tampoco son aceptados donativos, así que si los familiares de los fallecidos quieren colaborar con cloro o desinfectantes para mitigar los olores putrefactos, los empleados de la morgue no se los pueden aceptar.
El cuarto donde son depositados los restos de las autopsias, según los empleados del Hospital Central, está lleno de ratas y no lo limpian con la frecuencia que se debería.
Cavas con fallas
Hace aproximadamente dos años, el Servicio Nacional de Medicina y Ciencias Forenses (Senamecf) dotó a la morgue de Barquisimeto de cuatro cavas más para 12 cadáveres. Pero tras enchufarlas, los empleados notaron que las cavas congelaban, no enfriaban.
Ellos aseguraron en ese momento que así tampoco servían porque tras congelarse el cadáver no se puede realizar la autopsia después.
A pesar de que en ese momento los trabajadores pidieron un técnico, jamás les fue enviado a solucionar el problema.