Guiomar López | LA PRENSA DE LARA.- El país está en cuenta regresiva para la explosión de posibles rebrotes de enfermedades transmisibles, es la advertencia que lanza la organización Convite, frente a condiciones desfavorables que empiezan por las fallas de servicios públicos, prioridad a la pandemia por covid-19 y hasta por la influencia de ciertos lapsos con los cambios climáticos. Un cóctel que marca la pauta con diarreas, amebiasis y hepatitis en diversas regiones, frente a la exposición de la insalubridad que resta calidad de vida a los venezolanos.
La ausencia del boletín epidemiológico desde 2015 evita tener la data exacta, pero el estudio que fue realizado en agosto de 2021 por dicha organización apunta al incremento de este tipo de enfermedades en Anzoátegui, Apure, Guárico, Mérida, Sucre, Zulia, Táchira y Delta Amacuro, sin dejar por fuera a Caracas y con algunos pronósticos en Lara que no escapa a esa realidad. Los cuadros diarreicos llevan la delantera en esta lista con 33.977 casos, seguido de la amebiasis en 4.213 y 258 detectados con dengue, pero también figuran hepatitis, sospechosos de sarampión, meningitis bacteriana, entre otros.
Los estados fronterizos tuvieron un mayor alza, correspondiendo a Apure con incidencia en síndrome viral y de micosis superficial. Táchira saltó con 96% de los sospechosos de sarampión, contando con 230 de los 239 registrados y 15 de difteria. En tuberculosis reportan 16 infectados en Zulia, correspondiendo al 57% del registro, siendo más alto que Caracas al contabilizar 5 contagiados.
Un cuadro que se desencadena de un rosario de dificultades, cuyas cuentas están representadas por las fallas de servicios públicos, principalmente desde la ausencia del suministro fijo de agua que impide la higiene personal, limpieza de la casa y hasta la adecuada manipulación de alimentos. Además de un sistema público de salud con deficiencias en la atención primaria, frente a la transformación de centros de diagnóstico a centinelas y con la red ambulatoria sin la mayor cobertura para el control en las comunidades.
«La posibilidad de brotes siempre está latente, sin el boletín epidemiológico y con las condiciones sanitarias que empiezan por las fallas del agua potable», señala José Ramón Quero, responsable de Convite en Lara, reiterando que prescindir de este servicio es la garantía de un ambiente peligroso para las enfermedades, conociendo de la incidencia de diarreas, hepatitis, dengue e infecciones respiratorias con más riesgo entre los niños y adultos, como los vulnerables. Lamenta que se trata de episodios que hasta a la familia le toca decidir «entre comer o medicinas», ante lo limitado de cubrir un tratamiento médico, cuando no se cuenta con el poder adquisitivo para costear el tratamiento completo. Ni pensar cuando se incluyen exámenes de control o el pago de consultas de especialistas en centros privados, que no bajan de $30 y el sueldo mínimo sigue amarrado a Bs 7, en una equivalencia que apenas se acerca a los $ 2.
Recuerda que a las recientes interrupciones del servicio por las reparaciones en la tubería matriz del acueducto del Sistema Alto Tocuyo y que afectó por más de 10 días a los municipios Morán, Jiménez e Iribarren se le suman aquellas comunidades que les llega interdiario o en casos más extremos, para esa mayoría que sólo son considerados no más de 3 horas de suministro y una vez a la semana.
Las familias se desesperan en busca de agua y realizan el sacrificio de comprar por pipas o tanques, desconociendo la procedencia del líquido y obligando al almacenamiento, que puede ser posible escenario de criaderos de zancudos. Allí es cuando Quero precisa otro problema, con la posibilidad de casos de dengue sin la aplicación fija de los planes de fumigación y abatización. Además, que en la administración del agua en el hogar no hay tanta prioridad para lavarse las manos ni la adecuada manipulación de los alimentos. Un foco que es aprovechado para propiciar los cuadros diarreicos y hepatitis.
Desde la referencia que se tiene por el estimado de pacientes atendidos y casos recurrentes, el epidemiólogo, Iván Molina, precisa que a falta del estudio de las 52 semanas y comparación con precedentes, sólo se limitan al comportamiento de los casos, donde conocieron que entre marzo y abril persistía la presencia de hepatitis, pero la diarrea la más recurrente en niños menores de 5 años.
Pese al subregistro que pueda existir, el especialista reitera que entre noviembre y diciembre circula más la influenza, así como infecciones respiratorias, de acuerdo a los alérgenos externos por los cambios climáticos bruscos que puedan incluir lluvias y penetrar las micropartículas en aquellos organismos propensos a asma bronquial.
La cadena de higiene es la principal preocupación para la doctora Luzmila Leal, directivo nacional de Médicos Unidos de Venezuela, al recalcar que lo indispensable del agua para hidratar el cuerpo y la limpieza en general que hasta puede combatir infecciones bacterianas en la piel. Además que lo recomendable es hervir la destinada al consumo, pero puede ser difícil a quienes no cuentan con la distribución de gas y asomarse la exposición a afecciones respiratorias, al cocinar a leña con frecuencia.
Rurales con menos esperanzas
Cuando Marisol Bustamante, desde la organización Transparencia Venezuela, se refiere a los municipios foráneos y la correspondencia con los servicios públicos, señala que son los más afectados y hasta con menos posibilidad para tener el acceso inmediato al control médico.
«Son los más alejados, aquellos habitantes de zonas rurales tienen una calidad de vida más comprometida«, advierte de esa exposición de niños y adultos mayores, como los más vulnerables a diarreas que podrían hasta ser fatales cuando no se tiene una alimentación balanceada o con el riesgo de algún precedente de otra enfermedad, mientras el acueducto no sea el tradicional con la debida potabilización y no se tome la prevención de hervir aquella de consumo.
Recuerda que la acumulación de desechos sólidos es uno de los focos más contaminantes, cuando no se cuenta con el servicio de aseo y termina exponiéndolos con las infecciones cutáneas. Es así como las quebradas y algunas cunetas a la orilla de las vías terminan como vertederos improvisados y lugar ideal para roedores.
Las proyecciones a expensas de los agentes externos
Sin tener a la mano el boletín epidemiológico, que debería ser el registro semanal de los ingresos, ni poder definir ese canal endémico, expertos aclaran que las más recurrentes, como diarrea e infecciones respiratorias pueden derivarse del perfil de cada paciente y de acuerdo a las condiciones externas.
De allí, es que el epidemiólogo, Iván Molina, precisa que la época de lluvias a fin de año suelen ser influyentes para esos cuadros virales estomacales. Pero con más determinación en las vías respiratorias y deben ser descartados con el debido diagnóstico, con la certeza de que se trate de influenza y no sea covid-19.
Ese cambio climático suele perjudicar a esas personas con irritación o asma bronquial que pueden ser más sensibles a ser víctimas de las micropartículas que activen algún cuadro alérgico, asmático u otros.
Se trata de sólo una aproximación y en función al comportamiento de la clínica, cuya incidencia deja unos pronósticos sin la certeza que permita comparar la evolución de los casos de acuerdo a la barra de éxito, seguridad, alarma o epidemia. Base sólida para tomar las medidas del cerco epidemiológico o medir la efectividad de los planes que permitan combatir el desarrollo de determinadas enfermedades.
Un tema tan complejo, incluyendo ese riesgo del consumo de hortalizas desconociendo el tratamiento de las mismas, cuyos sembradíos son regados con aguas residuales. También influye esa manipulación de alimentos sin el debido lavado que permita eliminar focos contaminantes. Se estaría ante una de las causas que podría generar la hepatitis.
Sin llegar a tener la precisión, especialistas señalan que esas proyecciones suelen ser fijas, de acuerdo a las condiciones climáticas y con más amenazas a los vulnerables.
Peligro latente por cloacas
Una situación generalizada y que no solamente se limita a las zonas populares, es el bote frecuente de cloacas. Una denuncia que realiza Luzmila Leal, directivo nacional de Médicos Unidos de Venezuela, cuando se refiere que hasta en las principales avenidas se aprecian estos focos de contaminación. Una fuente viva para infecciones bacterianas en la piel y cuadros estomacales.
«Se trata de un problema generalizado, de estas aguas putrefactas corriendo por las calles y que pueden tardar meses en ser solventado», refiere la doctora que también es defensora de los derechos humanos en dicha organización, al conocer de casos de escabiosis, dermatitis, micosis y otras.
Es un problema que hasta puede complicarse con infección respiratoria.