Osman Rojas D | LA PRENSA de Lara.- Venezuela atraviesa la peor crisis eléctrica de su historia. Aunque desde el Gobierno nacional se promueve el discurso de constante inversión en la industria energética, la realidad es otra. Si hoy en día la nación está a oscuras, es porque no se supieron hacer los trabajos correctivos a tiempo, la desinversión y la corrupción colapsó el Sistema Eléctrico Nacional (SEN) y se improvisó con la instalación de plantas termoeléctricas que ahora en su mayoría son un monumento a la desidia.
De acuerdo a lo explicado por el ingeniero Joe Carrillo, vicepresidente de la Asociación Venezolana de Ingenieros Electricistas, Mecánicos y Profesiones Afines (Aviem) el problema en la industria eléctrica no se limita al 07 de marzo del 2019, fecha en la que se originó el primer mega apagón nacional, pues ya la industria venía dando señales de franco deterioro.
«Los problemas empezaron entre el 2006 y 2008 cuando el sistema eléctrico empezó a sufrir sobrecargas y no se hizo nada para mejorar esta situación» recuerda. Carrillo explica que, en la industria eléctrica, cada vez que se hacen conexiones adicionales que sirven para iluminar avenidas, carreteras o poblaciones, debe hacerse una restructuración en los voltajes algo que, a su juicio, las autoridades nacionales nunca hicieron.
«Eso es fundamental a la hora de explicar el deterioro del sistema eléctrico en el país. Nunca se hicieron los ajustes para la sobredemanda de energía que había en el país y eso generó un caos en la industria», comenta.
Además de la sobrecarga en el SEN el especialista señala que poco a poco, la improvisación ganaba terreno en la planificación nacional. Según explica, el Gobierno hizo una serie de inversiones en plantas termoeléctrica sin ninguna planificación. «Se compraron máquinas de diversos tipos y de diversas marcas. Eso hace que sea cuesta arriba tener un inventario de repuestos y condiciona la reparación de equipos», comenta.
Tan marcada es la ausencia de repuestos en los centros de generación eléctrica que, en una nota publicada por el portal Alnavío en marzo de 2019, se recogen testimonios de trabajadores de la Corporación Eléctrica Venezolana (Corpoelec) en donde confiesan que en las grandes plantas no sustituyen los filtros de estos equipos porque no hay. En el escrito, el informante detalla que estos filtros cuestan 500 dólares y sirven para preservar máquinas valoradas en 100 millones de dólares. «Lo que hacen es limpiar el filtro y reutilizarlo», detalla el artículo.
La marcha de personal calificado también tiene su cuota de responsabilidad. Desde el año 2007, cuando la industria eléctrica fue nacionalizada y bautizada con el nombre de Corpoelec, el sector fue perdiendo capacidad operativa pues muchos especialistas fueron renunciando por los bajos sueldos y las precarias condiciones de trabajo.
El desplome de Corpoelec significó el golpe de gracia para un sistema eléctrico que ya venía dando patadas de ahogado. La caída empezó en el 2009 cuando el Gobierno no escuchó las advertencias de diversos especialistas por los bajos niveles de agua en la represa el Guri, embalse en donde se encuentra ubicada la central hidroeléctrica Simón Bolívar y que genera el 70% de la energía del país. En esa época, la situación se agravó impresionantemente por la prolongada sequía que ocasionó que el agua en el embalse alcanzara los niveles bajos de la histórica. La nueva ocurrencia del fenómeno climático de El Niño fue usado por el gobierno para aplicar un racionamiento disfrazado que se extendió por 60 días e interrupciones que eran achacadas a higuanas o golondrinas y no a la parte técnica.
«A nivel mundial nos convertimos en el hazmerreír de todos. Empezó el desprestigió a la Corporación Eléctrica y muchos expertos decidieron irse. En 1984 éramos el mejor sistema eléctrico del continente y ahora peleamos con Haití para ver cuál es el peor de América», rememora.
Antonio Patiño, ingeniero eléctrico y profesor en la Unexpo, comparte la opinión de Carrillo y señala que la desprofesionalización del SEN ha generado una crisis de la que no se saldrá fácilmente. «Nuestra industria está decadencia y eso es algo palpable», dice.
Lo que más le preocupa al experto es la poca capacidad de respuesta que han mostrado los encargados de llevar el sistema eléctrico nacional pues, a casi un año del primer mega apagón, Venezuela sigue con la intermitencia en el servicio, agravándose en la zona andina.
«Lo que está pasando en la zona andina del país es preocupante. El sistema eléctrico va en decadencia y eso es algo que debe llamar la atención de las autoridades», dice Patiño.
Con todos los antecedentes de la crisis eléctrica en Venezuela vale la pena preguntar si nadie advirtió una catástrofe que va por 365 días y que fue profetizada por diversos expertos en la materia. Cuesta creer que el Gobierno nacional no se enterara de la mala inversión de tiempo y recursos que se hizo en un país en donde contar con el servicio eléctrico es un juego.
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