Elevar papagayos es un juego que despierta la sana competencia y la creatividad en los niños, pero también es una herramienta que estimula la habilidad óculo-manual de quien lo practica. Esta función se refuerza al ejercitar la coordinación entre la vista y las manos, una destreza que comienza a desarrollarse en los primeros meses de vida, cuando el bebé empieza a seguir el movimiento de sus manos con los ojos.
Marli Corova, psicopedagoga y especialista en conductas infantiles, resaltó que el juego es un ejercicio que ayuda a esta función porque requiere que la persona siga el movimiento del papagayo con la vista mientras manipula la cuerda con las manos, para una sincronización entre la percepción visual y la acción motora.
«Hay que saber que este juego tradicional ayuda al encéfalo a regular las funciones del cuerpo, órgano que controla la función óculo manual y que integra la información visual con los movimientos manuales para guiar las manos con precisión. Básicamente, es una habilidad compleja y cognitiva que todos la tenemos, pero en diversas proporciones y que implica la coordinación entre los ojos y las manos para ejecutar tareas, desde escribir hasta conducir, pero que también es necesaria para el desarrollo y el aprendizaje», explicó Corova.


La estimulación de esta coordinación es indispensable para el desarrollo de las destrezas motoras finas, que además contribuye a la estimulación del sistema nervioso central y despierta otras habilidades sobre ciencia, física, aerodinámica y meteorología al entender cómo funciona el viento y su influencia en el vuelo del papagayo.
Un estudio realizado por investigadoras de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador (UPEL) del Táchira, en 2021, resaltó la importancia de «insertar estrategias recreativas en la rutina de los niños como herramienta fundamental para el desarrollo de la coordinación óculo-manual en estudiantes. La investigación, enfocada originalmente en el nivel de educación inicial, demostró que los principios y beneficios de estas actividades son aplicables y de gran impacto en grados superiores».
Según la docente de educación integral, Dayana Martínez, «la coordinación óculo- manual abre puertas al aprendizaje significativo, debido a que a través de las manos se favorece el desarrollo de la inteligencia, la interacción social y se exterioriza el entorno que rodea a los individuos, así como el dominio de acciones y de instrumentos como el papagayo, esenciales para el desarrollo de las habilidades intelectuales».
La pediatra Angélica Torres explicó que la coordinación óculo-manual requiere varias cosas para que los estímulos puedan ser percibidos de la forma correcta, y el vuelo del papagayo contribuye a ello. «Los niños que practican la función óculo- manual son un poco más ágiles en ese sentido, teniendo hasta la capacidad de caminar sin siquiera mirar por donde van; sin embargo, este juego no desarrolla únicamente esta habilidad, sino que el razonamiento lógico y la percepción también se manifiestan», detalló.
Los especialistas destacan que en adultos la habilidad óculo-manual se puede estimular con la escritura.