sábado, 14 junio 2025
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El origen de la agresión: ¿Por qué niños y adolescentes replican la violencia en las escuelas?

Entornos donde hqy delincuencia y violencia de género impacta el comportamiento de niños

Las discusiones que terminan en puñetazos, los insultos entre compañeros de clase, el bullying, las burlas y el desprecio son tipos de violencia que con frecuencia se registran en instituciones educativas públicas o privadas. Docentes y orientadores destacan que los niños perpetradores de agresiones físicas o psicológicas, suelen replicar las actitudes de sus padres o el entorno en donde crecen. Resaltan que es clave el abordaje desde la educación, porque estos comportamientos se previenen, se pueden enfrentar y erradicar.

«La violencia escolar es todo lo que haga daño. No es un comportamiento natural, es aprendido, y de cero a los ocho años de edad se aprende por imitación. Entonces si hay un ambiente violento en casa o en la calle, el niño podría imitarlo», explica Luisa Pernalete, coordinadora de Educación para la Paz en Fe y Alegría Venezuela.

En sus más de 50 años como docente, ha podido comprobar cómo en las escuelas indígenas de Bolívar y Amazonas, que son churuatas, los niños son muy respetuosos y tienen una conciencia y sensibilidad profunda por la naturaleza. Valores que aprenden de su familia, donde no se aplica violencia. Por el contrario, en las ciudades y sectores populares, tocados por la «violencia invisible», como la delincuencia, la injusticia social, la violencia de género, el abandono del padre y el machismo, los niños y adolescentes terminan siendo impactados, y muchos llegan a crecer con una percepción errónea sobre las relaciones y los valores sociales.

Violencia escolar

Identifican actitudes de violencia doméstica en instituciones educativas

Aunque cada caso es particular, el estudiante que aplica violencia en las escuelas suele ser el líder negativo del salón. Es decir, ese niño que trata de llamar la atención, que no ve los límites y que influye en otros para que también agredan o acosen a un compañero de clase. La víctima suele ser aquel niño que es más aplicado. Muchos estudiantes apoyan estas agresiones, por miedo, para evitar ser también violentados o señalados.

«Hay que comprender la violencia, hay que analizar si ese niño, niña o adolescente que suele tener conductas violentas reiteradas tiene problemas en su casa. Porque normalmente la baja autoestima genera conductas violentas y por supuesto no lo hacen conscientemente», resaltó Pernalete.

Luis Alberto Oropeza, psicólogo clínico, indicó que según los casos que ha podido ver en consulta, el niño que ejerce violencia, a veces no se ha criado con una familia disfuncional o con problemas de conducta, pero su comportamiento a veces está relacionado con la sobreprotección que le han dado sus padres.

«Hay padres que no les inculcan empatía, no les enseñan a desarrollar esa capacidad de ponerse en el lugar de la otra persona. Son niños que en su hogar son el centro de atención y no les brindan asesoría de sensibilidad social y por eso termina en una búsqueda de reconocimiento a través de la subordinación de los demás», afirmó.

La profesora, Luisa Pernalete, explica que los hogares venezolanos están tocados por los problemas económicos, sociales o políticos que registra el país. Afirma que muchos padres y madres no saben cómo manejar sus emociones y terminan regañando al niño o golpeándolo, con la idea de «aplicar disciplina», cuando lo que realmente están aplicando es maltrato, porque además copian modelos aprendidos del pasado, ya que así fueron criados.

«Uno tiene que enseñar a las mamás a saber manejar sus emociones. Las mamás no hacen las cosas malas porque quieren, sino porque no lo saben hacer mejor, por eso le pegan al niñito para que se corrija, porque eso fue lo que la enseñaron a hacer», expresó.

En su libro titulado: «Conversaciones sobre la violencia y la paz. Una invitación a la convivencia pacífica», la profesora escribe que «la paz comienza con el autoconocimiento y la sanación personal», por eso, desde 2009 aplican un programa en las 177 escuelas de Fe y Alegría de todo el país llamado Madres Promotoras de Paz, para enseñar a las madres a respirar, a relajarse, a manejar los recuerdos, perdonarse y reconciliarse del sufrimiento del pasado, y a ser conscientes de lo que es violencia, con el objetivo que aprendan educación emocional y que sean aliadas de las instituciones para prevenir y erradicarla.

«Devolver violencia por violencia sólo multiplica la violencia», así lo dijo Martin Luther King. El proceso de desaprender estas actitudes, expresó, debe comenzar desde casa.

Si la violencia persiste lo refieren a un especialista

Si en una institución el docente aplica un plan de acción para abordar los casos de violencia y el niño no cambia su actitud, es reiterativo en aplicar violencia física o psicológica a un compañero, el caso debe ser abordado por psicólogo y médicos.

«Lo primero que se hace es descartar un trastorno del neurodesarrollo. Hay niños que son negativistas desafiantes y ese patrón puede ser porque tiene Trastorno por Déficit de Atención (TDH). También descartamos un modelo de violencia psicológica o física en el contexto familiar. Incluso, debe ser valorado por un pediatra endocrino para descartar un problema hormonal», afirmó Luis Alberto Oropeza, psicólogo.

Luego el psicólogo aplica una terapia de modificación de comportamiento. «Los padres deben ser orientados y de inmediato se debe establecer un contacto con el colegio para brindar recomendaciones a la profesora y directivos», explicó.

¿Cómo prevenir?

La profesora Luisa Pernalete, coordinadora de Educación para la Paz en Fe y Alegría, señala que como la violencia es pluricausal, su abordaje para prevenirla incluye a todos los miembros de la comunidad educativa. En esta ONG católica, enseñan desde el portero de la escuela, el personal de limpieza, docentes y madres a cómo identificar signos en los niños y adolescentes, que puedan encender las alarmas, cómo detectar actitudes violentas y saber cuándo un infante está siendo vulnerado.

Orientación escolar

«Los porteros, las personas que limpian, pueden detectar si un niño llega triste o es golpeado en espacios donde no está el docente, como en el patio, durante el recreo. Entonces tenemos que formar a todos», comunicó.

Es importante hablar sobre la violencia. Un ejercicio que aplican es exponer un caso a los alumnos, inventar una historia donde se dé un tipo de violencia y preguntar si les ha pasado alguna vez. «Los psicólogos me han dicho que cuando un niño responde «sí, yo tengo una prima que le pasó eso», normalmente esa prima son ellos mismos, pero les da pena decirlo», acotó.

Entonces consideran muy importante analizar un caso de violencia y preguntarle a los estudiantes ¿qué harían ellos? Es muy importante que conozcan los casos e identifiquen lo que es violencia.

«A las madres les decimos que es fundamental que cada vez que vayan a buscar a los niños y adolescentes a clases les hagan estas cuatro preguntas: ¿Cómo te fue?, ¿qué te gustó?, ¿qué no te gustó? y ¿qué aprendiste? Y no se debe minimizar las quejas, porque a veces las respuestas de los niños ayudan a determinar si está siendo víctima de acoso escolar», refirió. Además, los padres deben orientar al niño que si reciben un golpe, no deben responder con otro golpe, deben informarlo a su maestra.

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