Los riesgos de no controlar la diabetes deja consecuencias lamentables, como la prevalencia de un estimado de 25% de píe diabético en el país. Así lo advierten desde la Federación Nacional de Asociaciones y Unidades de Diabetes (Fenadiabetes), por ser la primera causa de amputación no traumática de miembros inferiores y que se evita con la prevención a través de toma de conciencia del paciente, así como la capacidad de apoyo en unidades especializadas en centros asistenciales públicos.
Lo más grave no termina en la discapacidad, es que la tasa de mortalidad puede aumentar en 30%, cuando la lesión se ha mantenido por cinco años. Se preocupan porque Venezuela no escapa de la realidad mundial con la incidencia de esta enfermedad crónica que eleva los valores de glucosa en sangre.
Sara Brito, endocrinólogo y presidenta de Fenadiabetes, señala la falta de cifras oficiales exactas, pero que los especialistas ubican una prevalencia superior al 7% y según los registros de la Federación Internacional de Diabetes (FID) ronda el 10%. De hecho, hasta 2021 llegaban a 537 millones de pacientes en el mundo y casi la mitad desconociendo el diagnóstico. Sus proyecciones para 2030 pueden alcanzar 643 millones y con más riesgos de complicaciones en los tres de cada cuatro casos en países de escasos recursos económicos.
Explica que surgen como Fenadiabetes para fomentar la creación de unidades de diabetes y guiar programas preventivos y asistenciales que garanticen la calidad de vida, sin sacrificar alguna extremidad inferior. «Venezuela está inmersa en esas complicaciones devastadoras, pero que pueden ser tratadas de manera efectiva», indica y lamenta que la ulceración del píe afecta a más de 18 millones de personas en el mundo.
Fenadiabetes sugiere monitoreo
Se necesita estar vigilantes, al ser la principal causa de amputación que no deriva de traumatismos por accidentes viales o cualquier otra afección. Son lesiones que afectan los vasos pequeños y pueden generar cambios microvasculares, así como por alteraciones de nervios o neuropáticas por deformaciones del pie. «Lo importante, es el seguimiento del control médico y que el paciente tenga la información para identificar esas leves lesiones, tendiendo a un curso grave», explica e insiste que lo ideal es el tratamiento precoz.
Se pueden frenar los efectos y más aún ante factores de riesgos como diabetes de larga evolución, pacientes sin control de los valores de glicemia y enfrentar comorbilidades (como hipertensión arterial, sobrepeso, alteración de lípidos en sangre u osteoarticulares que deforman el pie y facilitan la aparición de lesiones).
Esa alta incidencia del pie diabético, también es compartida por Victor Aponte, traumatólogo con experiencia en esta área, precisando que alrededor de cuatro por cada 10 pacientes están comprometidos con píe diabético, Un escenario planteado desde la necesidad de cambios de estilos de vida, sin los abusos en la alimentación y sedentarismo, privando de la actividad física. De allí, las amenazas más frecuentes sumadas al píe diabético, como cardiovascular o retinopatía, que puede materializarse con la mayor promoción del programa de vida saludable, incluyendo ejercicios, dietética y control metabólico.
Un paciente consciente y con las posibilidades de mantener la diabetes controlada, puede librarse de la escala inicial del píe diabético, es decir ese grado cero con los alertas por los valores altos. Cuando se llega al grado 1 es la lesión leve en la piel, grado 2 los daños empiezan a extenderse por músculos o tendones, grado 3 con necrosis del antepíe (oscurece el área) y el punto más grave es el 4, cuando se ha extendido por todo el píe. Los dos últimos pueden estar purulentos y conllevar a osteomielitis, al carcomer el hueso. Las limpiezas pueden ser quirúrgicas y otras directo a amputación.
Trecho Largo
La doctora Mayra Rosales precisa que el tratamiento de los pacientes es relativo a la clínica, empezando por la úlcera superficial, donde aplican limpieza con jabón Ph neutro junto a antibióticos. Además de aquellas úlceras infecciosas que dejan tejido muerto. «Es muy delicado porque cuando la glicemia no está entre los valores normales, no cicatriza», recalca.
Las unidades de diabetes o del pié diabético en centros asistenciales públicos deben contar un equipo multidisciplinario de infectologo, cirujano vascular, internistas, endocrino, traumatólogo, podología y dermatología. Personal que debe contar con los recursos y la disposición de orientar, ofrecer toda la información al paciente, para asistirlo.
El tratamiento suele ser largo, en el que se tienen curas cada 72 horas, desde seis meses hasta tres años. Todo bajo un régimen obligatorio y con los especialistas. El paciente debe cumplir con el tratamiento al píe de la letra para evitar los controles de la glicemia.