AP | LA PRENSA DE LARA.- Los chilenos iniciaron el domingo su participación en un histórico plebiscito que decidirá si se reemplazará la Constitución instaurada por el régimen militar (1973-1990), en un proceso al que están convocados 15 millones de ciudadanos.
Una hora antes del inicio del proceso electoral un 72% de las mesas de sufragio estaban constituidas y listas para recibir los votos a partir de las 8:00 a.m., hora local. La votación se prolongará por 12 horas (hasta las 2300 GMT).
El centroderechista presidente Sebastián Piñera, que antes de la convocatoria al referéndum se oponía a cambiar la Ley Fundamental, sufragó temprano y llamó a todos los chilenos a votar, «porque todas las voces importan». Agregó que «con unidad y paz vamos a lograr que los chilenos resuelvan los problemas».
El proceso electoral se desarrolla en medio de la pandemia del coronavirus que tiene al país sudamericano con casi 500.000 contagiados y 13.800 fallecidos y con un promedio diario de entre 1.500 y 2.000 nuevos casos.
A unos 20 metros de todos los 2.700 locales de sufragio hay policías que controlarán al azar para detectar a infectados para evitar que contagien a otros.
En Chile hay 10.000 personas con el virus activo que pueden traspasar a otras personas. Los contagiados y sus contactos estrechos tienen prohibido sufragar y si lo hacen y son sorprendidos serán perseguidos penalmente, advirtió el Fiscal Nacional, Jorge Abbott.
Los participantes en el plebiscito deben votar con mascarillas, que sólo podrán quitarse por tres segundos para que los jefes de mesa verifiquen su identidad. Para minimizar los riesgos de contagio deberán llevar su propio lápiz de pasta y retirar ellos mismos las colillas de los dos votos que recibirán. Habrá un máximo de electores por sala y en las filas deberán guardar distancia de un metro. Se estima que pueden formarse largas filas en las afueras de las sedes de sufragio.
Lo que se juega el domingo «es la posibilidad de que Chile construya un camino institucional para resolver aquellos problemas y deudas pendientes de la democracia chilena, que en su mayoría corresponden a problemas de exclusión política, económica y social», planteó el politólogo Marcelo Mella.
Destacó que una nueva Ley Fundamental no resolverá todos los problemas, «sino de la oportunidad a esta democracia, de las más antiguas en América Latina de resolver a través de la vía democrática problemas que durante cuatro décadas no han tenido solución».