viernes, 22 noviembre 2024
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Sin cloro para limpiar pabellones

Osman Rojas | LA PRENSA.-  En las manos usan una bolsa negra doblada dos veces para que no se rompa. En el rostro se improvisan un tapaboca con trapos para evitar sentir los fuertes olores del pabellón o de la ma­ternidad en el hospital Antonio María Pineda. Así resuelven las camare­ras los insumos que les hacen falta para cumplir sus rutinas de trabajo desde mediados de 2016.

“Uno da dos pasos adentro del hospital y provoca vomitar. No te­nemos nada para limpiar y nada para protegernos. Hemos denunciado esto en más de una oportuni­dad. Dirección de Salud tiene un escrito firmado por nosotros, pero lo que nos dicen es que no hay presupuesto”, expresa con rabia una de las ca­mareras de la institución que no quiso revelar su nombre por miedo a ser despedida.

Tan grave está el asunto en el centro de salud que ayer amaneció sin una gota de cloro, así lo de­nunciaron dos de las tra­bajadores que de a poco soltaban sus quejas al equipo periodístico de La Prensa en el área de qui­rófanos. “Los implemen­tos de limpieza llegan con irregularidad”, ex­presaron dos de las con­sultadas.

Una de las fuentes con­fiesa que el jueves y vier­nes de la semana pasada los pabellones fueron limpiados sólo con agua porque no tenían jabón. “Los doctores le piden a los familiares insumos de limpieza porque ni ellos aguantan el olor”, relató la informante.

Lo que más preocupa al personal de limpieza son las enfermedades a las que se exponen. El año pasado una trabajadora se pinchó con una aguja de una paciente que te­nía VIH, la muchacha no tenía guantes y quedó tan traumada que renunció por miedo a infectarse.

Los servicios más afec­tados por la falta de insu­mos para limpieza son los pabellones, materni­dad y el área de hombres y mujeres. Enfermeras, familiares y personal de limpieza dicen que los lunes el olor es insopor­table por la basura acu­mulada el fin de semana.

La falta de estos insu­mos ha puesto a los fami­liares de pacientes tam­bién a colaborar, según Jorge Peraza, quien tiene a su padre hospitalizado en UCI y el pasado lunes tomó la decisión de comprar jabón y desinfectan­te para que limpiaran el área.

“Eso es mortecina”, re­lata mientras escupe al suelo al recordar el nau­seabundo olor de segun­do piso.

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