Daimar López | LA PRENSA de Lara.- Durante los primeros seis meses de este 2019 los larenses han salido a protestar en 373 oportunidades, lo que equivale a un aproximado de 2 protestas por día, en las cuales se destaca la furia de los guaros por las fallas en los servicios públicos.
Aunado a que el país venía manifestando su deseo de un cambio político en la nación, la escasez de gas, los prolongados cortes eléctricos y la falta del suministro del agua potable, colmó la paciencia de los guaros, llevándolos a tomar las calles como medida de presión para exigir el restablecimiento de las necesidades más básicas de las comunidades.
Sociólogos expresan que en la actualidad las manifestaciones desarrolladas han sido de índole social y económica, más que por política, aseverando que los problemas que padecen los ciudadanos han dejado en un segundo plano las protestas por un gobierno de transición. A esto se le suma el desespero por decline del poder adquisitivo y las pocas fuentes de empleo que quedan en la entidad
En marzo ocurrieron la mayoría de las protestas, pues el 7 de ese mes se vivió un apagón general de 5 días que dejó a oscuras el país. Con el pasar de los días han disminuido las manifestaciones de calle.
Nelson Freitez, sociólogo, destaca que los larenses han recurrido a otras alternativas para solventar sus penurias, esto vinculado al temor que se genera en la sociedad por la fuerte represión que ejercen los cuerpos de seguridad del Estado contra los manifestantes.
«El estar sometido a tantas adversidades ha traído consigo la ruptura de las relaciones de los miembros que conforman las comunidades, se destaca que el humo que emanan los fogones ha causado molestia en aquellas familias donde hay presencia de niños y adultos mayores, los cuales se han visto afectados de las vías respiratorias por inhalar tanto humo, causando conflictos entre vecinos, que no saben como enfrentar sus precarias condiciones» manifestó Freitez.
Sin embargo se atribuye el descenso de las protestas a la debilidad que presentan las organizaciones sociales para la convocatoria de una población que permanece descontenta por la decadencia que se vive en las comunidades, considerando que el larense no se ha acostumbrado a vivir entre tantas necesidades no suplidas, pero si se ha ido adaptando a hacer uso de los servicios, las pocas horas que cuentan con ellos.
Quedando en evidencia la baja calidad de vida de la población, que se ha visto obligada a doblegarse ante las carente crisis que se presenta en la entidad y en todo el territorio nacional.
El desánimo y la poca fe se hace presente al recorrer las calles de la ciudad. Sociólogos aseguran que mientras no se de respuesta certera a las necesidades de la población, seguirán en las calles, prendiendo cauchos y cerrando vías hasta ver salida a sus problemas.
Se observa que cada vez se hace más distante la falla en la aplicación de los mecanismos de corrección de los problemas, que han ocasionado un fuerte golpe al pacto social, tomando en consideración que los miembros que encabezan a los hogares se han visto sumergidos en la desesperación, ansiedad y constante estrés por no poder brindarle a sus familiares una calidad de vida que no violente sus derechos humanos.