Guiomar López | LA PRENSA DE LARA.- Una bandeja con la sangre condensada y el piso también ensangrentado, así como manchado por otros líquidos es parte del detonante del olor putrefacto que denuncian algunas parturientas por el tufo emanado desde el depósito de desechos, ubicado al lado de la Sala de Partos y a pocos metros de Neonatología, donde atienden a los bebés prematuros y con cualquier otra complicación por sepsis neonatal. Una situación que se acentuó ayer en el tercer piso del Hospital Central Antonio María Pineda.
«Preocupa porque el olor es putrefacto y penetra a sala de partos, pero más aún que tenemos a nuestros niños prematuros internados», reclamó una paciente con temor de que su hijo, además de tener esas limitaciones al nacer, termine con otra complicación.
Un episodio que para Elda Jiménez, presidenta de Colegio de Enfermeras, ocurre cuando no se retiran ni se limpia con la regularidad necesaria. Explica que dichos desechos biológicos deben botarse en la mañana y por la tarde para evitar que se desate una posible contaminación. Se habla de placentas, líquido amniótico, residuos de curetajes y otros que pasan al crematorio en anatomía patológica. Son restos del área quirúrgica.
Advierte lo grave de exponer a estos bebés que no cumplieron las semanas regulares de gestación, vulnerables a infecciones cruzadas, cuyo sistema inmunológico se encuentra en desarrollo y con monitoreo médico. La sepsis neonatal puede ser la más recurrente por la infección en la sangre.
Los líquidos quedan esparcidos por el pasillo. El contacto puede ser directo al pisarlo el personal sanitario o las madres de los bebés, al ingresar al área de Neonatología. Las huellas de los zapatos traerán consigo esas bacterias o microorganismos que originen infecciones en los recién nacidos.