Guiomar López | LA PRENSA DE LARA.- «¡;Esto es lo que hay! y ¡;Así nos llegaron!», es la respuesta que recibieron los pacientes oncológicos este miércoles en el Hospital del Seguro Social Pastor Oropeza, al reclamar que algunos medicamentos para sus quimioterapias tienen un vencimiento desde el añ;o 2020.
Denuncian que no aguantan la incertidumbre por medicamentos de alto costo sin calidad ni garantía de efectos para detener el cáncer y que pueden ser rechazados por oncólogos que no someten a sus pacientes a un riesgo en una patología tan agresiva.
El oncólogo que atiende a Orión Oviedo compartió su indignación, al percatarse de que las ampollas fluorouracilo estaban vencidas desde el 2020. «¡;Cómo se puede jugar con la salud de las personas!. No sólo es que pierden efectividad, sino que en muchos casos pueden tornarse dañ;inos», reclamó este paciente admitiendo que en varias oportunidades se sienten obligados a recibir estos productos. Se juega con la necesidad de no poder encontrar el medicamento o de no poder adquirirlo en farmacias por sus altos costos.
Oviedo contó que cuando el personal del IVSS le preguntó que si los devolverá, este les informó que los destruiría para no contribuir a esta especie de estafa contra los pacientes oncológicos que dependen de los fármacos de alto costo y es una responsabilidad ignorada por el Estado.
Según Milagros Seijas, presidenta de la Fundación de Pacientes Oncológicos de Venezuela (Fundapov), la mayoría de los medicamentos retirados este miércoles estaban vencidos. Ella lo vivió, al mostrar la caja de talidomida que tenía fecha de expiración en mayo de 2022. «Además que me pareció tan extrañ;o, porque la caja venía como rasgada», denuncia.
Reclama que se trata de una situación más recurrente desde 2021 y que deja a los pacientes a la «buena de Dios», considerando que puede ser un efecto neutro o sea rechazada por oncólogos por lo incierto de un medicamento en este tipo de condiciones. «Lo más triste es que algunos no se consiguen en farmacias comerciales y deben encargarse en Colombia», precisa de precios que puedan superar los mil dólares, dependiendo el fármaco.
Seijas revela que más allá de quedarse en las excusas de no poder adquirir medicamentos por culpa del bloqueo, lo importante es gestionar soluciones. «Cuando el Gobierno explica que no ha podido, se entiende que cuentan con los recursos y las acciones deberían ser por convenios», sugiere que hay falta de intención del Gobierno nacional de hacer alianzas con cadenas de farmacias que puedan suministrar medicinas a los pacientes con enfermedades crónicas.
Los tiempos son exactos para un paciente crónico y de allí, que los oncológicos necesitan cumplir con sus ciclos de quimioterapia en el lapso previsto.
Otro testimonio que habla de la vieja data de este problema es Diosy Mendoza, quien ya cumplió con sus sesiones de radioterapia para frenar el cáncer de mama. «Lo viví en varias oportunidades y toca colocárselos así», señ;ala, agradeciendo que no tuvo una reacción adversa, pero siempre le queda la duda acerca de la efectividad del fármaco. A ella le tocaba explicarle a su especialista que solamente contaba con esos medicamentos, aún consciente de que estaban vencidos.
La impotencia los invade y no entienden esa falta de consideración por la vida, ante el desamparo del Estado que ha dejado de cumplir con la dotación de medicamentos.
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