Osman Rojas | LA PRENSA de Lara.-& ; Las tumbas no se adornarán con flores este Día de los Muertos. Tradicionalmente el 02 de noviembre es la fecha que familiares de difuntos eligen para visitar los camposantos y adornar con arreglos florales los panteones; sin embargo, este año parece ser diferente, pues la grave crisis económica, política y social que atraviesa el país obliga a las personas a visitar, con las manos vacías, a sus seres queridos fallecidos.
De acuerdo a lo explicado por vendedores de flores, el precio que tiene un ramillete condiciona a los familiares. Actualmente un surtido (arreglo que tiene flores pequeñas) cuesta 30 mil bolívares mientras que una corona pequeña puede alcanzar el monto de los 150 mil. «Ni los muertos reviven la venta de flores. Lo que medio sale son los surtidos que la gente viene a comprar para arreglar altares de última noche», comenta el señor Guillermo Cañizales, vendedor de flores en el Cementerio Bella Vista ubicado en la calle 42.
Los comerciantes explican que la venta de flores está tan dura que ni los novios compran rosas para sus enamoradas. «Hace dos o tres años uno aprovechaba los fines de semana para vender rosas, girasoles o calas, pero ahora ni eso sale. Hacer un arreglo cuesta cada vez más», decía la señora Yolibeth Parra, florista ubicada en el centro de la ciudad.
El tema de los arreglos florales es otro punto que se ha visto modificado por la crisis. Anteriormente las coronas fúnebres se hacían con distintos tipos de rosas y usando como flores de complemento el crisantemo o el pompón, pero ahora la corona es simple. No lleva rosas, a menos que el cliente las pida, y se hace con astromelias que es una flor mucho más económica.
«Es una alternativa que le damos a las personas en medio de la crisis. Es muy difícil poder mantener un negocio de floristería en estos momentos porque casi nadie compra flores», comenta Parra.
En estos momentos vender flores cuesta tanto, que en los cementerios cada vez hay menos comerciantes. En las inmediaciones de la calle 42, en donde hace seis años habían 36 floristerías, quedan ahora unas 16. «Si no se vende la gente se va o se dedica a otra cosa», concluye Parra.