La solemne bajada de la Divina Pastora estuvo marcada por la fe y devoción que se hicieron sentir con fuerza en los devotos que asistieron al pueblo de Santa Rosa este 5 de enero para presenciar la tradicional bajada de la madre del pueblo larense. Desde las primeras horas de la mañana, miles de fieles se congregaron en el santuario para participar de las actividades religiosas y acercarse al sacramento de la confesión.
La asistencia masiva fue una muestra del profundo arraigo que tiene la devoción a la Virgen entre los guaros. Muchos peregrinos llegaron de diversas localidades para vivir este momento tan especial y renovar su fe.
Durante la solemne celebración eucarística, Monseñor Polito Rodríguez, Arzobispo de Barquisimeto, pronunció un emotivo mensaje, instando a los fieles a hacer del presente año jubilar un tiempo de esperanza y renovación. El prelado destacó la importancia de llevar un rayo de esperanza a aquellos que se encuentran en situaciones difíciles, recordando que la Divina Pastora es un ejemplo de compasión y misericordia.
Asimismo el jerarca de la iglesia local hizo la apertura de la primera puerta santa que enmarca la celebración del año jubilar que decretó el papa Francisco en toda la iglesia católica del mundo.
El descenso de la Divina Pastora
Uno de los momentos más esperados de la celebración fue el descenso de la Divina Pastora hacia su trono procesional. Con profunda emoción y fervor religioso, los fieles acompañaron a la imagen de la Virgen en este recorrido, que simboliza el encuentro de la Madre con sus hijos.
Posteriormente, la Virgen fue trasladada en hombros por los celadores por los alrededores de la plaza Bolívar de Santa Rosa, iniciando así su recorrido anual entre los fieles larenses. Los aplausos, los cantos y las oraciones acompañaron cada paso de la procesión, creando un ambiente de profunda fe y emoción en todos los presentes.
La bajada de la Divina Pastora se convirtió en un momento de profunda reflexión y renovación espiritual, donde los fieles reafirmaron su compromiso de seguir los pasos de la Virgen y de ser testigos de la esperanza en un mundo marcado por la incertidumbre.