Ana León | LA PRENSA.- Los puestos de comida rápida no se salvan de la inseguridad. Desde robos a mano armada donde dueños y locales son el blanco hasta asesinatos en las zonas donde ubican los negocios son algunos de los casos que afecta de gran manera la venta.
El día lunes pasadas las 7 de la noche, una chama que labora en uno de los locales de la carrera 15 con calle 60 estaba trabajando cuando dos malandros en una moto se le acercaron y la despojaron de su celular.
Estos hechos delictivos en realidad no son muy frecuente en las zonas en las que están ubicadas las calles del hambre, pues por lo general transitan policías municipales, estadales y guardias nacionales en los lugares.
Sin embargo, no se ven exentos de ser parte de las estadísticas de robos y crímenes a mano armada que se generan en la ciudad.
En la carrera 19 con calle 54, los robos se dan después de que los locales cierran sus puertas. Desde las 10 de la noche y hasta la madrugada los hechos delictivos ocurren a expensas de la colectividad.
Algo que se ha visto muy afectado son los trailers donde se preparan las comidas. En más de una ocasión han intentado robarlos y han logrado llevarse de ellos todos los rubros que se necesitan para armar los platos de hamburguesas, pepitos y perros calientes que ofrecen a sus clientelas.
Además que es desde las 8 de la noche donde las personas de escasos recursos y los mendigos se acercan con mayor frecuencia para el lugar a pedir comida o revisar las bolsas de basura que están en la calle pagando.
En la avenida Libertador no se ven tantos hechos delictivos como en el 2015, dónde la situación era diferente, pues frente a los puestos se paraban personas a escuchar música a todo volumen y beber alcohol. Esta gente, más de un vez cargaban armas y se enfrentaban en el lugar dejando a personas heridas o muertas.
Según los trabajadores de las calles del hambre, los funcionarios lo que hacen es pasar en las patrullas por las calles, tocar la corneta e irse o dar dos vueltas y más nada.