miércoles, 6 noviembre 2024
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Improvisan urnas con MDF por bajo costo

Ana León | La Prensa.- Entrar en una fábrica de ur­nas es algo casi tétrico. El lugar parece un estacionamiento so­litario, hay dos zonas diferen­tes donde tienen unas estante­rías especiales para colocar los féretros que están en proceso de fabricación o han sido ter­minados, a un lado puede ver­se el lugar donde los trabajado­res doblan la lámina de hierro con el que se recubre el inte­rior del ataúd, en otro lado se ve cómo se pintan y colocan los detalles, mientras que un suje­to fornido y con los brazos cru­zados en el pecho camina entre las estaciones cuidando de ca­da detalle.

Los dueños de las fábricas y sus encargados buscan que los ataúdes cumplan cierta regla­mentación que estipula desde el tamaño, hasta el laminado, y la manera en que son coloca­dos los accesorios que son par­te de la urna como la tapicería interna, las manijas, el vidrio y una pequeña etiqueta que pue­de verse en una de las esquinas inferiores, que dicen el núme­ro del REN del fabricante, el RIF, y el nombre de la empresa que valida que esa urna cum­ple las condiciones estableci­das por el Sencamer para de­clararlo un producto de cali­dad.

A pesar del cuidado, de la atención en los detalles, en más de una ocasión durante un velorio o el traslado de un cuerpo al cementerio los fére­tros se han abierto o desarma­do dejando ver piernas, brazos y hasta el cuerpo completo de los fallecidos. Según uno de los representantes de la Asocia­ción de Funerarias de Lara, los cuerpos de los muertos se han estado saliendo de su sitio de­bido a que los familiares y al­gunas funerarias han adquiri­do, de lo que denominó los «ba­chaqueros de urnas», productos que están haciendo en fábricas chimbas que no son especializadas en urnas, no trabajan con personal que sepan sobre el tema y que no usan materiales que son de buena calidad.

«Las funerarias que hacen es­tas cosas saben el riesgo que están agarrando. No son aje­nos a lo que pueda pasar. Ob­viamente estos ataúdes son más económicos pero no son las adecuados», aseguró el re­presentante de la Asociación de Funerarias.

Lo que impulsa a las funera­rias y familiares a comprar es­tos ataúdes son los costos. Una urna de MDF está en 100 mil bolívares, mientras que la de madera está entre los 250 y los 280 mil bolívares. Los ataúdes de lujo están a punto de con­vertirse en una utopía, pues por sus elevados precios, que se supo que estaban entre los 340 mil y los 420 mil bolívares, se están dejando de ver en las calles. El costo del féretro se re­fleja en el costo de la lámina de hierro. En la calle se pueden encontrar entre los 35 y 40 mil bolívares.

Este problema tiene un año suscitándose y los fabricantes de urnas andan molestos por ello. No sólo porque su trabajo se está viendo perjudicado, si­no porque una de las cosas en las que más invierten las fábri­cas es en la calidad y certifica­ción de sus productos.

El SEN­CAMER hace inspecciones constantes a las funerarias pa­ra verificar que las urnas se es­tán haciendo de la manera ade­cuada. Uno de los exámenes que hacen consiste en cubrir todo el interior de la urna de plástico y vaciarle unos tobos de agua dentro para ver que no gotee líquido por los bordes, además las miden para confir­mar el tamaño, y ven que cada accesorio y detalle esté en el si­tio que le corresponde.

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