Ana León | La Prensa.- Entrar en una fábrica de urnas es algo casi tétrico. El lugar parece un estacionamiento solitario, hay dos zonas diferentes donde tienen unas estanterías especiales para colocar los féretros que están en proceso de fabricación o han sido terminados, a un lado puede verse el lugar donde los trabajadores doblan la lámina de hierro con el que se recubre el interior del ataúd, en otro lado se ve cómo se pintan y colocan los detalles, mientras que un sujeto fornido y con los brazos cruzados en el pecho camina entre las estaciones cuidando de cada detalle.
Los dueños de las fábricas y sus encargados buscan que los ataúdes cumplan cierta reglamentación que estipula desde el tamaño, hasta el laminado, y la manera en que son colocados los accesorios que son parte de la urna como la tapicería interna, las manijas, el vidrio y una pequeña etiqueta que puede verse en una de las esquinas inferiores, que dicen el número del REN del fabricante, el RIF, y el nombre de la empresa que valida que esa urna cumple las condiciones establecidas por el Sencamer para declararlo un producto de calidad.
A pesar del cuidado, de la atención en los detalles, en más de una ocasión durante un velorio o el traslado de un cuerpo al cementerio los féretros se han abierto o desarmado dejando ver piernas, brazos y hasta el cuerpo completo de los fallecidos. Según uno de los representantes de la Asociación de Funerarias de Lara, los cuerpos de los muertos se han estado saliendo de su sitio debido a que los familiares y algunas funerarias han adquirido, de lo que denominó los «bachaqueros de urnas», productos que están haciendo en fábricas chimbas que no son especializadas en urnas, no trabajan con personal que sepan sobre el tema y que no usan materiales que son de buena calidad.
«Las funerarias que hacen estas cosas saben el riesgo que están agarrando. No son ajenos a lo que pueda pasar. Obviamente estos ataúdes son más económicos pero no son las adecuados», aseguró el representante de la Asociación de Funerarias.
Lo que impulsa a las funerarias y familiares a comprar estos ataúdes son los costos. Una urna de MDF está en 100 mil bolívares, mientras que la de madera está entre los 250 y los 280 mil bolívares. Los ataúdes de lujo están a punto de convertirse en una utopía, pues por sus elevados precios, que se supo que estaban entre los 340 mil y los 420 mil bolívares, se están dejando de ver en las calles. El costo del féretro se refleja en el costo de la lámina de hierro. En la calle se pueden encontrar entre los 35 y 40 mil bolívares.
Este problema tiene un año suscitándose y los fabricantes de urnas andan molestos por ello. No sólo porque su trabajo se está viendo perjudicado, sino porque una de las cosas en las que más invierten las fábricas es en la calidad y certificación de sus productos.
El SENCAMER hace inspecciones constantes a las funerarias para verificar que las urnas se están haciendo de la manera adecuada. Uno de los exámenes que hacen consiste en cubrir todo el interior de la urna de plástico y vaciarle unos tobos de agua dentro para ver que no gotee líquido por los bordes, además las miden para confirmar el tamaño, y ven que cada accesorio y detalle esté en el sitio que le corresponde.