Personal y pacientes en el hospital Antonio María Pineda, aplauden las adecuadas instalaciones
Guiomar López | LA PRENSA DE LARA.- Ser parte de la solución y no quedarse en las dificultades, es el principio que ha tenido resultado en el servicio de neurocirugía Dr. Gerardo Caycedo del hospital central Antonio María Pineda, para marcar la diferencia entre el resto de servicios, por la recuperación de instalaciones ventiladas, iluminadas y demás comodidades que deberían gozar este tipo de pacientes que sufren tumores cerebrales, aneurismas y traumatismos craneoencefálico por accidentes de tránsito. Las alianzas y colaboraciones de públicos y privados permiten ese bienestar al personal, percibido en un trato con respeto y agradecimiento a estos avances desde la gerencia que se retribuyen en la vocación del recurso humano.
El primer indicio de cambios está a simple vista, cuando se deja esa imagen sombría que prácticamente se generaliza en todo el hospital. Al llegar al quinto piso, hay que caminar derecho, en ese tránsito se logra visualizar el ala de oftalmología, y la derecha está el primer indicativo de transformación, es un reflejo blanco, por las paredes pintadas y un área que cuenta con la debida iluminación. Es una especie de burbuja con las comodidades de centro asistencial y así lo reconocen estos pacientes que suelen enfrentar episodios dolorosos que paulatinamente les pueden condenar a la incapacidad.
Ese el servicio que humaniza y al punto, de contar con su espacio para la fe. Ese rinconcito de agradecimiento donde el Dr. José Gregorio Hernández, es el beato que se encuentra como protagonista, para esos familiares de pacientes que siempre lo iluminan e incluso dejan estampillas, como ofrenda de agradecimiento por algún milagro concedido. El ambiente es tan grato, que en el área de enfermería, lo recuerdan con varios mensajes en torno a la importancia de regalar sonrisas, esa que deja a un lado las tensiones y garantiza el trato con paciencia, respeto y valorando la dignidad del ser humano, considerando la preocupación de los parientes y la desesperación del paciente.
Tal diferencia se recalca con la constancia de un personal desde camareros que mantienen la limpieza, aire acondicionado y algunas habitaciones con televisores, ventanas con sus cortinas hospitalarias y toda una pulcritud relacionada a una clínica privada. Disponen de una amplía sala de reuniones con un monitor en grande, el cual permite la evaluación de exámenes y las conclusiones de casos complejos.
En progreso
Ese proceso de transformación es asumido desde hace cuatro años por el doctor Carlos Ángulo, como jefe de servicio, preocupado por tratarse de una de las especialidades más complejas y convocando a la colaboración de públicos y privados para que este importante hospital universitario, no solamente responda a la demanda de la entidad, sino también de aquellos casos referidos de estados como Yaracuy, Portuguesa, Falcón, Barinas, Cojedes y hasta Guárico. Necesitan más recursos, aparatos como craneotomo eléctrico, aspirador ultrasónico, equipo de micro instrumentos y cabezal de Mayfieldy. También requieren el acondicionamiento de cuidados intensivos, vital para la recuperación post operatoria.
Al escucharlo, se percibe esa inquietud de apostar a mejorar y hacerlo como un trabajo en equipo, porque así considera a ese recurso humano que admira su constancia. Todos se unen en función de la recuperación y hacer más llevadera estas circunstancias del paciente. Se confirma en los saludos y muestras de afectos en el pasillo, en reconocimiento a esa visión de seguir sumando voluntades, porque la salud llama a la unión por mejorías. Siempre inquieto en vitalidad, adelanta que se podría concretar la uniformidad de toda esa ala del quinto piso, ante el interés que germine desde oftalmología. Así demuestra lo valioso de inspirarse en lo positivo y entenderlo como necesidad para óptimos servicios.
«Decidimos ser parte de la solución, no del problema«, es una de las expresiones contundentes de Ángulo, entendiendo la coyuntura país y las limitaciones. Confiesa que «trata de gerenciar en tiempos difíciles«, agradeciendo el apoyo de entes gubernamentales, así como empresas, anónimos y hasta pacientes. Se trata de un ganar – ganar, en casos de agradecimiento de quienes cuentan con ciertos recursos, pero aún así el presupuesto no alcanza para cubrir los gastos en una clínica. De allí, una retribución espontánea en cualquier ayuda para seguir mejorando las condiciones de este servicio.
Los días martes y viernes son de consulta. Atienden aproximadamente 100 pacientes electivos desde dolores simples hasta hernias, tumores cerebrales, fracturas, aneurismas y malformaciones del sistema nervioso. Operar del cerebro implica terapia intensiva.
Es como un trabajo de hormiguitas, donde todos aportan desde la mano de obra hasta esos benefactores que realizan sus donaciones permanentemente. Todos se abocaron a ese cambio que empezó por el orden, donde se involucró el recurso humano y familiares. El inicio se marcó en la limpieza con agua y jabón en pisos y paredes, cambiar las luces y echar brocha para pintar las paredes o algún mobiliario.
Poco a poco fueron avanzando, con ese mismo ánimo de mejorías, que luego se fueron extendiendo a la reposición de aires acondicionados, evitando la fatiga y demás incomodidades. No saben de minusvalía y por eso el confort también fue pensado para el personal. Tienen un comedor, con sus llamativas cortinas, un sencillo arreglo floral al centro de la mesa y una nevera que dispone de los alimentos para proveer de desayuno y almuerzo al equipo de guardia. Un alivio, de apoyo para la garantía de la alimentación.