Osman Rojas | LA PRENSA.- Sentado en una silla de ruedas está el señor Luis Mavares. Sus ojos denotan preocupación y su tono de voz una angustia poco habitual en él. “Los medicamentos nada que llegan”, dice el hombre haciendo alusión a los fármacos utilizados para combatir el parkinson y es que, desde hace un mes, el Gobierno nacional dejó de distribuir esta clase de tratamientos.
Mavares cuenta que, medicamentos como el Sinemet o Mirapex (antagonistas dopaminérgicos que evitan que el cuerpo de un enfermo con parkinson esté rígido e inmóvil), han desaparecido de los anaqueles a nivel nacional y esto le ha costado la vida a tres pacientes en la entidad.
Mueren por la preocupación, porque muchos caen en depresión o porque tienen alguna enfermedad condicionante como la hipertensión que se dispara en medio de la angustia”, asevera el afectado.
Mavares explica que “todos los meses las pastillas llegaban a Farmatodo y uno sólo tenía que ir y retirarlas. Ahora no sé cómo vamos a hacer los que dependemos del tratamiento para no perder la capacidad motora de nuestro cuerpo”.
Cecilia Sánchez, esposa de Mavares e integrante de Fundaparkinson/Lara (institución que se encarga de ayudar a las personas que tienen esta condición), explica que los problemas con la dotación de medicamentos no son nuevos.
En 2015 los afectados en la entidad se vieron contra las cuerdas por la inconsistencia en el suministro de medicamentos. Tan grave fue la situación que el Gobierno nacional admitió el fracaso en las políticas públicas y entregó a los Farmatodo la potestad para vender los medicamentos a nivel nacional.
Este nuevo modelo empezó a implementarse desde 2016 y todo iba normal hasta el pasado octubre cuando el medicamento desapareció. “Estamos muy preo
cupados porque son más de mil enfermos los que se están viendo relegados. En Lara, por poner sólo un ejemplo, hay 150 personas registrados en Fundaparkinson”, dijo Sánchez.
La vocera de la institución aseguró que importar estos medicamentos es prácticamente imposible pues cada una de estas cajas tiene un costo de 50 dólares en países vecinos como Brasil o Colombia. “Al cambio son más de 2 millones 500 mil bolívares y muy pocos, por no decir nadie, tiene el músculo económico para hacer eso cada mes”, concluye la mujer.