Los diáconos, hombres que aún estando casados, por vocación deciden consagrarse a Dios y a la iglesia, son los primeros ayudantes de los sacerdotes para la propagación del evangelio y para el trabajo apostólico y misionero que la Iglesia católica se propone. En la actualidad, el bajo interés de los caballeros ha provocado que la iglesia barquisimetana no cuente con suficientes diáconos para atender la demanda religiosa de la arquidiócesis.
Según el diácono Euclides Torres, coordinador de la Escuela de Diaconado Permanente, en la actualidad hay 61 diáconos, pero sólo 40 están activos en las 115 parroquias de la Arquidiócesis de Barquisimeto, donde se necesitan al menos unos 100.
«El diaconado en Barquisimeto tiene unas raíces muy extensas, ya que el servicio lo hemos prestado con varios obispos de nuestra iglesia, seguimos pidiéndole a Dios que suscite nuevas vocaciones porque la crisis vocacional se ha extendido hasta acá. No muchos se sienten llamados para de esta manera servir a Dios y a veces los que están abandonan en el camino», soltó Torres.


Documentos del Concilio Vaticano II establecen que «se podrá restablecer el diaconado en adelante como grado propio y permanente de la jerarquía clerical… y podrá ser conferido a los varones de edad madura, aunque estén casados, y también a jóvenes idóneos, para quienes debe mantenerse firme la ley del celibato, según la constante tradición». Hay diáconos permanentes que no buscan ser sacerdotes, y transitorios, que se preparan para el sacerdocio.
El diácono Torres sostiene que la función es la misma para todos, el servicio al prójimo por medio de la caridad y la liturgia, ayudando con su presencia a satisfacer las necesidades propias de la iglesia.
«Dando honor al significado de la palabra diácono, que es servidor, nos donamos por amor a Dios y a nuestra iglesia desde la obediencia al obispo y llegamos a esos lugares inhóspitos donde el sacerdote quizás no pueda llegar», detalló el religioso, quien afirmó que al ser ordenados con imposición de manos pueden además administrar el sacramento del bautismo, así como también ser testigos y celebrantes del sacramento del matrimonio.
Formación de los diáconos
Al igual que la preparación para el sacerdocio, el diácono debe instruirse en áreas de filosofía, teología y liturgia. Según los estatutos de la Arquidiócesis de Barquisimeto, partiendo de la eclesiología, la formación del diácono debe ser permanente, puesto que asume el carácter de «fidelidad a Cristo y a la Iglesia y de conversión continua fruto de gracia sacramental vivida dentro de la dinámica de la caridad pastoral, de esta manera, la formación permanente no es algo optativo, sino una elección fundamental de carácter obligatorio.


Para el diácono Henry Martínez, con ocho años de servicio, quien aspire al diaconado debe saber equilibrar las responsabilidades familiares y el servicio a la Iglesia, sin descuidar ninguna. El trabajo debe comenzar con la evangelización en el hogar.
«Somos doblemente consagrados en primer lugar en el matrimonio y luego al recibir el orden. El diácono es un Cristo más para el mundo», señaló Martínez.