sábado, 7 diciembre 2024
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Devotos reciben el viernes la visita 139 de la Virgen de Altagracia

Guiomar López | LA PRENSA DE LARA.- El grandioso significado de la maternidad que encierra Nuestra Señora de Altagracia vuelve a sentirse con más fuerza entre su feligresía. Es un sentimiento que inunda al municipio Jiménez y a los devotos que nuevamente la acompañarán este viernes 20 de enero, al final de la tarde, para su visita 139 desde la iglesia Ermita de Nuestra Señora de Guadalupe hasta el templo que lleva su nombre.

Las conversaciones en Quíbor giran en torno a este reencuentro de fe mariana, que tuvo su receso en la procesión por el protocolo de la pandemia ante la gravedad por covid-19. Pero en la capital del municipio se siente el ambiente de celebración y con más insistencia desde comienzos de enero de 2023. Una fiesta mariana que resguarda el valor sentimental de este lienzo que data de 1605 y que exige su conservación con las visitas, a partir del final de la tarde para evitar daños por los rayos directos del sol.

«Es una fiesta religiosa y cultural que durante un aproximado de tres horas se desborda por la avenida Pedro León Torres«, exclama el padre Havis Escalona, párroco de la iglesia Nuestra Señora de Altagracia, al precisar que las actividades comenzarán desde muy temprano con una caminata y bicicletazo.

La santa misa previa a su salida estaría prevista a partir de las 4:30 pm en su santuario de La Ermita y al acercarse las 6:00 pm empezaría el recorrido a paso lento hacia el templo matriz. «Es un acto de fe tan grandioso que siempre convoca la peregrinación de parroquias», recuerda de un traslado cundido por la oración y la espiritualidad para la visita de la sagrada imagen que podría recibir entre 8 mil a 10 mil feligreses.

Agradecer en amor

Entrar a la casa colonial de la profesora Elizabeth Urdaneta es encontrarse la sagrada imagen de la Virgen a lo alto de una de las puertas principales de su sala. Es la misma que a menor escala siempre lleva consigo en una medallita de la cadena que guinda de su cuello. Ella es una de las camareras y que está al pendiente de todos los arreglos de la sagrada imagen.

Su llanto es incontenible, al indagar sobre el significado de Nuestra Señora da Altagracia, pero son unas lágrimas de emoción. «Para mí significa mucho, es grandiosa nuestra madre y espiritualmente siempre he estado con ella», señala esta noble mujer, perteneciente a la Legión de María durante 32 años y que creció con el amor inculcado por su mamá Ramona de Urdaneta.

No encuentra palabras para describirla y su voz se recupera de ese llanto de gozo, para agradecer su protección y consuelo que recuerda evitar las angustias, para buscar las salidas desde la riqueza espiritual en Dios. Así es su ofrenda desde ese especial rosario que dedica para el día de su visita.

Otro testimonio se resguarda desde la casa «La siempre viva», esa de paredes blancas y grandes ventanales azules en madera. Allí está Coromoto de Morales, complacida de vivir en este inmueble colonial que data de 1750 y para 1810 fue casa capilla, albergando todo ese significado religioso. «La Virgen estuvo aquí y Dios me dio la dicha de vivir acá, teniendo la fe inculcada por mis padres desde niña», confiesa.

Siempre ha sido muy cercana al templo que resguarda a esa advocación que reitera el valor de la sagrada familia, por lo que no se mide en ofrendas. Hace alrededor de unos 10 años regaló la réplica para evitar el daño de la original. Se la encargó al artista Domingo Sosa, quien se inspiró sin perder ningún detalle.

Los devotos siempre la llevan su corazón, pero se esmeran en recibirla en cada visita, con el calor de su pueblo que clama por su protección.

 

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