Con preocupación, la comunidad de ecologistas del estado Lara ve cómo la biodiversidad que hay en los semiáridos y las zonas montañosas disminuye cada día, debido a la caza ilegal de animales silvestres, una agricultura que no respeta las áreas protegidas de los parques nacionales, la deforestación que destruye árboles como la vera, las altas temperaturas por el calentamiento global y la entrada de especies invasoras.
«Se está acabando con la cadena trófica», exclamó José de la Vega, jefe regional de la Unidad de Diversidad Biológica del Ministerio de Ecosocialismo (Minec). Cada especie desempeña una función dentro del ecosistema. Por ejemplo, las aves dispersan semillas, son las responsables que se mantenga la vegetación de los bosques que almacenan más carbono, polinizan plantas y por ende son claves en la producción de alimentos.
«A veces agricultores de arroz empiezan a matar todas las culebras que ven, sin saber el beneficio que les proporciona ese animal porque ellas se comen los roedores que afectan sus cultivos…Si cada ser vivo está presente en este mundo es por una razón», comentó. Al mantener a raya a los roedores se evita el desencadenamiento de enfermedades.
Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), que es una red medioambiental y científica en más de 80 países, hay en el mundo 43.600 especies bajo amenaza de extinción, esto afecta al 46% de los anfibios, 26% de los mamíferos, 12% de las aves, 44% de los corales de arrecife, 28% de los crustáceos y 21% de los reptiles.
Lista roja en Lara
Jhoana Rivero, bióloga y coordinadora de Avezona, organización de investigación y conservación de las aves de Venezuela, resaltó que el «cardenalito», endémico del semiárido se encuentra en peligro crítico de extinguirse.
«Ha sido perseguido desde hace años para ser cazado, bien sea para tenerlos de mascota o para cruzarlo con una canario blanco y que salgan canarios rosados», exclamó. Esta ave es sacada de su espacio natural y al ser muy delicada y sensible muere rápidamente en cautiverio.
«Se ubica en zonas xerófilas, como Carora, El Tocuyo y el Monumento Natural Loma de León en Iribarren. Ahí se han hecho muchas deforestaciones de plantas vedadas (protegidas), como la vera, que es donde los cardenalitos anidan», resaltó José de la Vega.
Según la página web del Minec, no hay cifras actuales de cuántos cardenalitos quedan en Lara. Antes de 1980 se calcularon 6.000 aves de esta especie, la mitad estaba en centroccidente. Después las investigaciones señalan que cada vez son menos abundantes.
«Los cardenalitos están buscando refugio en zonas muy altas del semiárido, en bosques muy adentro y eso hace que cada vez sean más difíciles de avistar», recalcó Rivero.
Otra especie clasificada de vulnerable a la extinción en Lara es el «oso frontino», que está en los bosques nublados de la cordillera andina. Recientemente se avistaron 12 osos en el corredor biológico Quizuidi, que está entre el Parque Nacional Terepaima y el Parque Nacional Yacambú.
«La gente los mata porque les tienen miedo. Erguido miden más de dos metros, pesa más de 170 kilos, y por eso atentan contra él. Pero eso ha cambiado con los años, con campañas de sensibilización para que los campesinos aprendan a protegerlos», resaltó De la Vega.
La bióloga Rivero destacó que este mamífero es una «especie paragua»; es decir, funciona como un canal para la conservación de todo el ecosistema que habita.
«¿Por qué se protege al oso frontino?, porque es la única especie de oso de Suramérica. Segundo, al protegerlo a él tiene que protegerse automáticamente los bosques donde se encuentra, y dentro de los bosques las bromelias de las cuales él se alimenta. Dentro de las bromelias existe el ecosistema de las ranas que son endémicas de esta planta. Él se alimenta de plantas, raíces, bayas, y es oportunista, porque cuando no consigue suficiente vegetación come algunos animales, pero es algo que no es muy común», puntualizó.
Tráfico ilícito
El comercio ilegal de animales silvestres es el tercer delito más cometido a nivel mundial, después del tráfico de armas y droga. En Lara, este flagelo está acabando con especies como la «cotorra cabeciamarilla», que es autóctona de la zona del semiárido.
«Se está realizando una investigación de la cotorra cabeciamarilla porque disminuyó su población. Pero estudios recientes señalan que probablemente su población pueda ser un poco mayor a la del año 2000. Estas aves son diseminadoras de semillas. Les gusta mucho comer semerucos, unos coquitos que tienen las palmas, el níspero y les encanta la parchita. Cuando ven cultivos de parchita arrasan con ellos. Esa es una de las razones por las que agricultores las matan», contó Jhoana Rivero, coordinadora de Avezona. Esta especie también es cazada para comercializarla como mascota.
Desde el Minec en Lara, señalan que entre las especies en peligro de extinción que habitan el estado está el paujil copete de piedra y el jaguar de Sudamérica.
«El jaguar, que aquí en Venezuela le llaman en el argot coloquial tigre, se ha avistado en el Parque Nacional Terepaima, pero hace algunos años. Se presume que todavía hay presencia de estas especies en las montañas larenses. Él es carnívoro, se alimenta de pequeñas aves. Está en peligro de extinción porque la piel era muy comercializada para hacer abrigos. Y también eran usados como trofeos los dientes y la cabeza que coleccionaban», informó Geraldín Cicas, médico veterinario del Minec.
Indicó que la siembra y la agricultura han desplazando el hábitat del jaguar. «Lo van acorralando. Si le quitas los árboles, su comida, él va a buscar alimentarse de alguna manera, y si ve ganado, eso es lo que va a comer», comunicó José de la Vega, ingeniero agrónomo del Minec.
Murciélagos polinizan
El Centro de Ecología del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC), reseña en su página web que Venezuela alberga 173 variedades de murciélagos que desempeñan funciones esenciales en el ecosistema.
En el monumento natural Lomas de León habita el «murciélago cardonero» que se alimenta de un tipo de cactus. Y la gente los mata, según contaron ecologistas, porque tienen la creencia que son hematófagos; es decir, creen que se alimentan de la sangre de personas y animales, pero es falso, son herbívoros.
Los murciélagos juegan un papel crucial en la salud y el equilibrio de los ecosistemas secos porque son facilitadores de la polinización y la propagación de semillas, proceso fundamental para la regeneración vegetal.
Estos mamíferos voladores son aliados en la producción agrícola, ya que polinizan cultivos de arroz, maíz, papa, mango, aguacates, plátanos, cacao, agave.
«Los matan porque creen que transmiten enfermedades, como la rabia a animales y seres humanos. La verdad es que sí, pero son los que tienen esta enfermedad viral. Para que una persona le dé rabia por este animal, tiene que tener contacto con sus segregaciones y eso es poco común», explicó Geraldín Cicas, veterinaria.
Alertan por deforestación
La Iniciativa Cotoperiz, un grupo de expertos en ambiente y agronomía, ha encendido las alarmas sobre la alarmante tasa de deforestación en el bosque xerófilo del semiárido del estado Lara. A un año de su creación, los activistas advierten sobre un incremento en la tala indiscriminada de árboles como la vera, el curarí y el cují, con el objetivo de extraer madera y carbón.
Francisco Cañizales, miembro de Cotoperiz, expresó su profunda preocupación ante la falta de respuesta por parte del Gobierno nacional ante esta grave situación. «No solo Lara está siendo afectada, sino que esta problemática se extiende a otras regiones del país», afirmó Cañizales.
Según el activista, la existencia de 18 permisos para la producción de carbón vegetal en la entidad representa una amenaza inminente para los ecosistemas locales. «Para producir una tonelada de carbón se requieren cinco toneladas de madera. El año pasado, Lara exportó 180 toneladas de carbón, lo que demuestra la magnitud del problema», denunció Cañizales.