Roselis de Leca | LA PRENSA.- Falta de distribución de mercancía, poca demanda de productos, inestabilidad de los precios y conatos de saqueos tienen prácticamente quebrado a los comerciantes asiáticos quienes se han visto en la obligación de cerrar sus puertas y volver a su país de orígen o migrar a otra actividad comercial que les permita estabilizar su negocio.
“No tenemos que vender, los proveedores de víveres y alimentos nos toman los pedidos pero no despachan”, dice Efren Lou, quien tiene su comercio en la calle 42 pero los estantes están completamente vacíos.
Aunque Lou conserva la esperanza de que la situación mejore en el país, son muchos los comerciantes que han bajado su santamaría porque no tienen ni fósforo para vender.
Esta situación crítica, que parece agudizarse con los días, se replica a nivel nacional. Ciudades como Puerto La Cruz, Barcelona, Maracaibo e incluso Caracas reportan cierre de comercios chinos por falta de inventario.
La falta de divisas también es señalada como la principal causante de la declive, “no nos aprueban divisas para exportar, toca solo aguantar”, reflexiona Felipe Lao al ser consultado.
Efren Lou asegura que le ha tocado reducir los espacios de su local y como opción incluir la venta de verduras y hortalizas, aunque éstas aumenten cada día. “Con algo tenemos que trabajar, pero cada vez se hace más difícil, porque cuando vamos a reinvertir todo esta mucho más caro”, dijo.
Clientes afirman que los populares “chinitos” ya no son la primera opción a visitar cuando requieren hacer sus compras.
“Nos toca madrugar, para agarrar números en las cooperativas y poder conseguir los alimentos porque los chinos no tienen absolutamente nada”, lamentó Sonia Pineda, al recordar que cercano a su casa hay dos comercios, que antiguamente se mantenían surtidos y hasta se hacía cola, pero que ahora están desolados.
Puro relleno
Los estantes en chinos están siendo rellenados a punta de víveres o artículos como salsas de ajo, pastas de tomate, vinagre, desinfectantes, jabón, tasas, vasos o chucherías.
“La orden es que los estantes no se vean tan pelados y podamos abultarlos con lo único que llega”, cuenta Oscar Rojas, quien trabaja en Comercial Zen.
Esto le causa molestia a los usuarios quienes se quejan por el poco inventario, “es increíble que uno recorra los pasillos y solo se encuentre el mismo producto mil veces, artículos que ni siquiera son de uso diario”, expresó Felicia Gutiérrez, ama.
Otros comercios han limitado el paso de las personas, por lo que atienden de lejitos y a través de la rejita. “Con los pocos productos que tenemos a la venta, toca despacharlo solo por la puerta” dice uno de los chinos que no quiso dar su nombre, pero que aprovechó para recalcar que la situación cada vez aprieta más.
Ahora no es que hay menos, es que no hay nada, ya ni siquiera nos dejan pasar porque no hay qué mirar” dijo la trabajadora social Jeniré Fernández quien buscaba crema de arroz para su bebé.
La perspectiva sobre la situación de los comercios chino ha generado diversas posturas, unas a favor, otras en contras, pero todas bajo la esperanza de un panorama de cambio.
“Muchas veces me dicen chino ladrón, aumentas cada rato, o tú nunca traes nada, para qué abres”, comenta dolido el señor Efren Lou.
Margarita Cedeño expresa solidaridad con la comunidad asiática, “a mi me da dolor verlos así, porque ellos han apostado por el país, ya la mayoría ha echado raíces aquí, no es su culpa que no les llegue productos para vender”, dijo.