María B. Jordán | LA PRENSA de Lara.- «Compro comida de poquito en poquito porque la plata no me alcanza», es lo que relata Carmen González cuando sale de su casa a resolver el alimento familiar. La señora es pensionada y lo que cobra mensual no le alcanza para adquirir comida por kilos como lo hacía hace 5 años.
Como la historia de González están muchos guaros, quienes compran lo diario y este particular afecta considerablemente a los fruteros, verdureros y carniceros, pues en sus negocios los productos se pudren o deben rematarlos para evitar perderlos por la poca demanda.
Ángelo Ortega, quien se dedica a la venta de verduras, comentó que sufre por el poco poder adquisitivo de los larenses y detalla cómo los tomates, las frutas y hasta los plátanos se le pudren en sus estantes. «Es por el precio que tienen; la gente los ve caros y no los compran», asegura el comerciante, quien dice que sus ofertas son competitivas en el mercado, pero la economía del país está dura.
Vegetales dañados, frutas podridas, carne y pollo descompuestos e incluso hasta harina de maíz mala es lo que se ha visto últimamente porque la comida llega en cantidades, pero las ventas son otras. Ortega detalló que cuando se le dañan los vegetales los tienen que regalar. «Hay personas que necesitan y para no botarlas uno las regala».
Los vendedores de comida han llegado al punto de rematar la mercancía para no perder toda la inversión. «Prácticamente perdemos la mitad de las ganancias porque hay que bajar los precios», dijo Alirio Rangel, otro comerciante consultado y que trabaja en el Mercado Terepaima, quien asegura que la mayoría de sus clientes solo va a comprar dos o tres tomates, una cebolla y un poquito de ají, mientras que años atrás podían llevar un kilo de cada cosa porque la plata les alcanzaba.
Rangel explica que hay otros productos como la yuca que sí se vende mucho por lo barato, pues la puede conseguir máximo, en 2 mil bolívares el kilo, mientras que comprar cualquier otro tipo de verduras como la papa, zanahoria e incluso los plátanos pueden llegar hasta los 10 mil bolívares cada kilo.
«Por eso es que se nos pierden muchas cosas, a mí se me ha perdido la lechosa, el melón y hasta las naranjas», dijo Rangel, pues detalló que los guaros dejan de un lado comer frutas o preparar jugos. «Con el sueldo que gana una persona no puede estar haciendo un mercado».
Las pescaderías también sufren «a pesar que el sistema de refrigeración ayuda, llega un punto que los pescados se dañan y se botan», dijo Alba Fréitez, encargada de un negocio en el Terepaima, por lo que detalló que la mejor prueba de las pocas ventas es ver la pescadería sola.