Isabella Delgado | LA PRENSA.- Máximo dos veces a la semana almorzaba en el comedor, no más. Betsabé Pérez prefería agarrar un autobús e irse a su casa en busca de comida casera. Luego volvía sin problemas a la jornada vespertina, pero ya no.
Ahora la estudiante de Contaduría come todos los días en el comedor central en la Universidad Lisandro Alvarado (UCLA). “La cosa está muy difícil en la calle. El comedor es la salvación”. José Silva, estudiante de Psicología de la UCLA, come todos los días tanto el almuerzo como la cena en la universidad. Semestres pasados almorzaba algunos días cuando se quedaba en la universidad, pero eso cambió: “Ahora dependo completamente del comedor. Y así muchos. Cuando estábamos en paro muchos venían sin comer sólo para exigir”.
El aumento en la frecuencia de ingestas semanales de Betsabé y José no son casos aislados. Cada vez más estudiantes buscan saciar su hambre en la universidad y la cantidad de bandejas servidas diarias se ha disparado tanto en la UCLA como en la Universidad Experimental Politécnica (Unexpo).
En la Lisandro Alvarado el mayor incremento ha sido en la cena. Rosa Mendoza, supervisora del comedor central, informa a principios de año servían 700 bandejas en promedio. Ahora el balance diario no baja de 900 bandejas.
De forma proporcional han tenido que subir el pedido de comida, pues no pueden negarle el derecho a ningún estudiante. “Vienen a comer la misma cantidad de estudiantes incluso cuando no hay proteico. Nosotros esos días hacemos sopas de costilla o pollo para contrarrestar”, dice.
En la Unexpo el salto fue de mil 800 bandejas, cantidad servida hace un par de años, a las 2 mil 300 que se sirven ahora. El promedio semanal pasó de 8 mil a 11 mil bandejas.
Estudiantes aseguran que la crisis alimentaria es factor determinante en esta alza. Quienes no tienen suficiente comida en sus casas saben que en la universidad tendrán un plato caliente seguro. Ahí reside el valor que ven en la providencia. Es un derecho que defenderán a capa y espada.