Isabella Delgado | LA PRENSA.- Las casas de estudio se quedan sin futuros profesionales. La matricula de la Upel y Ucla han registrado un descenso de un 30% en menos de dos años. La crisis socioeconómica y las deficiencias en la prestación de los servicios de comedor, transporte y el pago de las becas y ayudantías se perfilan como las principales causas de la fuga de talento.
En el Instituto Pedagógico Barquisimeto (IPB) de la Upel, la matricula descendió de 10 mil a 7 mil estudiantes, un bajón no tan fuerte que el de la institución al nivel nacional, que perdió el 50% de una población de 50 mil estudiantes.
Nelson Silva, decano del IPB, detalla que las estadísticas también indican que de los alumnos inscritos, el 40% se ausenta con continuidad.
En el pedagógico basta con caminar por sus pasillos para notar el declive. No hay mucho ruido ni alboroto. En las plazoletas y pasillos principales se ven sentados contados grupos de alumnos. Siempre hay banquitos libres en “horas pico”, algo impensable en épocas pasadas.
En los salones los pocos asistentes arriman los pupitres hacia el profesor, y dejan atrás en montón que solo está llevando polvo. “De los 20 que empezaron conmigo la carrera, solo quedamos 4. Se ha ido mucha gente. Hay muchos que vienen una vez a la semana nada más porque no tienen plata”, confirma Oskaris García, estudiante de educación integral del IPB.
La matricula de la Universidad Central Lisandro Alvarado (UCLA) también bajó en un 30% en menos de dos años. La reducción fue de 25 mil estudiantes a 17 mil, aseguró Nelly Velázquez, vicerrectora académica.
Autoridades y estudiantes coinciden en que las fallas de las providencias estudiantiles, causadas por un presupuesto deficitario y desembolsos tardíos, han sido determinantes.
La Upel IPB tiene un año sin comedor porque ningún consesionario quiere pagar el precio por bandeja que el Gobierno ofrece (Bs.113) y solo cuenta con 6 autobuses propios para el transporte. En el caso de la Ucla, solo están habilitadas 50 rutas de las más de 400 que prestaban el servicio y el comedor funciona de forma intermitente.
Los recursos financieros para el pago de becas también ha presentado retraso y aún no se han homologado a 8 mil bolívares, montó aprobado por el presidente Nicolás Maduro el 28 de mayo.
“Todas estas fallas en las providencias influyen. Los servicios se han disminuido. Muchos estudiantes dependen del comedor y transporte, si no
hay no pueden venir. Son servicios indispensables”, destaca Velázquez.
Al no tener providencias, estudiantes que no tienen dinero para cubrir la comida y transporte de toda la semana se quedan en sus casas. Otros han desertado para poder trabajar y ayudar a sus familias a cubrir sus necesidades básicas, cuentan consultados.
Las matriculas de especialidades como contaduría, administración y análisis de sistema de la UCLA son las únicas que se han mantenido porque ofrecen horarios nocturnos que le permiten estudiar y trabajar.
“Es realmente preocupante, porque ningún país ha salido de la crisis sin educación. Y sin estudiantes no hay universidad. Ahora más que nunca debemos ser pilar de la sociedad y apostar a la educación”, destaca Silva.