Guiomar López | LA PRENSA DE LARA.- La luz en rojo del semáforo es aprovechada por José Pérez entre las avenidas Madrid y Leones, al este de Barquisimeto. Desde hace más de dos añ;os sorprende a transeúntes con sus caballos y toros, cuyo moldeado lleva las energías de estos animales por la extraordinaria definición de sus músculos. Además de otras piezas del arte ingenuo, ese que cambia su taller de Carora y se instala en la urbe con la posibilidad de que sus creaciones sigan recorriendo al mundo.
Uno de sus hijos siempre acompañ;a a «Crispín José», como es conocido este escultor innato, aunque se acostumbra que simplemente lo llamen José. Está residenciado en casa de una hija en Cabudare, siempre se sienta en la amplia isla y se recuesta a la base de un poste mientras su bolso permanece guindado en uno de los arbolitos, donde aprovecha su sombra. Él sólo tiene a la mano varias gubias y demás herramientas básicas que le permitan transformar la madera en caballos, toros, cocodrilos, Dr. José Gregorio Hernández, Divina Pastora, juegos de mesas y demás inspiraciones.
Esculpir de lleno
Prefiere la madera del curarire, cuyo árbol es similar al Araguaney. «Es noble para manejarla, si se corta a buena luna y no se dañ;a la naturaleza porque ya se encuentra seca, permitiendo agarrar buenos tonos para los toros y caballos», explica sus argumentos para trabajar este tipo de madera.
Se cuida de no procesar la vera o cualquier otro tipo de madera, que al intervenirla por motores suelen ser perjudiciales y ocasionar dañ;os respiratorios. La experiencia le permitió mejorar sus técnicas para esculpir, por lo que no se conforma con erigir caballos rectos, prefiriendo que la nuca esté doblada y definida con toda naturalidad.
Estados Unidos, Españ;a, Italia y Alemania son algunos de los destinos de sus piezas, porque peloteros y demás amantes del trabajo manual le realizan pedidos para obsequiar a familiares o allegados fuera del país. Son momentos de buena suerte, así considera esos días que pueden ser productivos o en los que apenas llega a vender una pieza. Se acostumbra a la dinámica por ser su rutina desde las 9:00 a.m. con días más largos hasta las 5:00 p.m. Gentilmente, responde a quienes le preguntan el precio desde el carro y les señ;ala que desde $30. Tal como fue sorprendido recientemente por el influencer Manuel Conecta, quien transitaba por Barquisimeto y quedó sorprendido por el talento de Pérez en la naturalidad que imprime a sus caballos.
«Aquí vino un señ;or y me grabó, pero la gente pensaba que me había ayudado y solamente compró», recuerda y admite que así como muchos artesanos tuvo que abandonar a su terruñ;o Atarigua, porque no han tenido más proyección en Torres y por necesidad les toca salir a la calle.
Esculpir es su pasión y por eso necesita más herramientas, incluyendo taladros, pulidoras y motores para trabajar en su taller. Su tono se llena de nostalgia al recordar esas piezas de gran formato y que conserva en su residencia, tal como a Jesús en una cruz de madera de tres metros. Es una de las creaciones de mayores proporciones en su larga trayectoria.
Siempre piensa en la excelencia y juega con los tonos de la madera para conservar lo llamativo de sus caballos.