Roselis de Leca | LA PRENSA.- Salir del país no es tan mantequilla. Toda una odisea pasan los estudiantes y profesionales a la hora de tramitar la apostilla de documentos, cuyo proceso saca canas verdes a los guaros.
Primero deben “cazar” que la página del Ministerio de Relaciones Exteriores otorgue las citas, luego madrugan e incluso pernoctan desde el día anterior a las afueras del Edificio Nacional para ser los primeros en ser atendido, por si ocurren fallas en el sistema.
A pesar de tener cita para un día determinado, hay que venirse lo más temprano posible, porque si a mitad de la cola se va el sistema, pierdes la oportunidad de entregar los documentos y debes solicitar otra cita”, contó Ligia Rodríguez quien es administradora y tiene planes de irse a Colombia a finales del mes.
Según comentaron los usuarios en la cola, sólo reciben 50 personas por procedimiento, tanto para legalizar, apostillar como para retiro. Para retirar los documentos el proceso es aún más engorroso, pues al no tener fecha concreta de entrega, sólo tienen chance los que lleguen primero, “desde las 8:00 am hasta las 9:00 am recogen cédulas hasta copar los cincuenta cupos para retirar, y vienes a ciegas sin saber si de verdad están listos o tendrás que perder otro día”, dijo molesta Milagros Aponte, quien tiene una semana tratando de retirar la legalización de la partida de nacimiento de su hijo.
No ven un futuro
La mayoría de las personas que se encuentran tramitando documentos para salir de Venezuela, son estudiantes y profesionales que sienten se les acaban las oportunidades en su país y se aventuran a explorar otras latitudes.
Nosotros somos estudiantes y también trabajamos, pero con todo y eso nuestros padres nos tienen que ayudar porque no alcanza el dinero para surgir aquí ” contaron María y Carlos Prado, dos hermanos que tienen a Chile puesto en el horizonte como país destino para echar nuevas raíces.
Los futuros emigrantes aseguran que no fue fácil tomar la decisión de dejar su tierra natal, sin embargo consideran que desde afuera pueden crecer como profesionales y ayudar económicamente a aquellos familiares que dejan en casa, como padres y abuelos.