Voluntariado Higea extienden una mano amiga a quienes padecen cáncer u otras enfermedades crónicas Voluntariado Higea extienden una mano amiga a quienes padecen cáncer u otras enfermedades crónicas Guiomar López | LA PRENSA DE LARA.- El voluntariado Higea hace honor a ese recordatorio de la mitología griega con la diosa que evoca la curación y sanidad. Ese es el principio de esperanzas de vida que decretan desde la solidaridad y que se aprecia en cada uno de los gestos con la disposición para ayudar, con la entrega de medicamentos de alto costo, cobertura de consultas de especialistas, además de aportes o exoneración de exámenes especializados para pacientes con cáncer y de otras enfermedades crónicas. Un apoyo que -en la medida de lo posible- se extiende a centros asistenciales.
Estar de frente a su presidenta, Reina Gil de Azuaje, es aplaudir la energía de esta mujer con amplia experiencia desde esos 28 añ;os del voluntariado, que se inició desde la Fundación Badan. Ella es cordial y simpática, así como el resto de su equipo de más de 30 personas, siempre atentos desde sus oficinas colmadas de pacientes o familiares con récipes u órdenes de exámenes. Les buscan ayuda y ese soporte lo consiguen en esa atención diaria entre 50 a 80 casos diarios.
«Nos mueve la labor social, ese interés de ayudar que sólo brinda esperanzas de vida», confiesa Gil, quien ya acumula más de 35 añ;os como voluntaria en toda su vida. Saben de paciencia y hasta sirven de hombro para descargar las penas, entendiendo lo difícil de convivir con el cáncer, como una enfermedad que paraliza, aniquila y no respeta edad ni estatus social. Arrastra en desgastes y preocupaciones a toda la familia, siendo más desgarrador al no contar con los recursos para un control médico de alto costo.
Mueven de corazón
Su labor es tan ininterrumpida y transparente que siguen ganando adeptos, independientemente de la magnitud de la ayuda. Todo interesa y todo es importante, así se han sostenido con las consultas exoneradas de especialistas, laboratorios y demás instituciones de salud que permiten exámenes gratuitos o con facilidad de pago, descuentos y esas donaciones con cajas de medicamentos de particulares enviadas desde Estados Unidos, Madrid, entre otros países. Cada esfuerzo suma, incluso cuando peloteros, empresarios o pacientes que han sobrevivido apadrinan y cubren todos los gastos de quien lo necesita. Allí la sensibilidad se inclina a desafiar la impotencia por un niñ;o con cáncer.
Son testigos de esa valentía en padres, como Rosannys Rojas, quien lleva en sus brazos a Julieta, de 6 añ;os, cuya visión le fue arrebatada por un tumor cerebral que la dejó como paciente oncológico. «Acá tenemos una gran bendición porque podemos continuar sus quimioterapias, realizarle las resonancias magnéticas en $320 y conseguir medicamentos», dice agradecida de un trato que incluye hasta merienda para la niñ;a, cuando realiza las solicitudes.
Viven en la comunidad Santo Domingo y se enteraron del diagnóstico durante su estadía en Ecuador, país que no le ofreció los debidos cuidados a su única hija y la condenó como invidente.
Atentos a servir
Libran una batalla diaria y se reponen desde lo emocional, es la solidaridad viva entre pacientes que pasan a voluntarios, quienes entienden ese propósito de una segunda oportunidad para ayudar, tal como el apoyo recibido por este grupo Higea. «Tiene mucha fuerza ser testimonio activo y disponerse a trabajar, porque podemos sumar con palabras de consuelo y contagiar en afirmativo», precisa la abogada Guadalupe Rangel, apegada a lo fundamental de la fortaleza con las energías.
Carmen Elena Campos es una docente que también llegó como paciente de cáncer de mama, confiada en retribuir esas bendiciones recibidas del apoyo del voluntariado, siendo un ejemplo de lucha constante para quienes llegan tocando sus puertas y recibirlos con toda la comprensión necesaria, esa que deja la carga de preocupaciones más liviana y siempre tiene aspiraciones de planes a futuro en franca recuperación.
Ser voluntariado Higea es llenarse de esas afirmaciones que sanan en amor y abrazan con la calidez de las esperanzas. Es ofrecer un camino más llevadero, donde cualquier esfuerzo es indispensable para ayudar al más necesitado y demostrarles que sobran razones para seguir desafiando a la vida.