Agencias | La Prensa.- En la ciudad estadounidense de Derby y en la canadiense Stanstead se vende la misma casa, una vivienda construida en la década de los 50 situada justo en la frontera entre los dos países.
La casa se vende por un precio relativamente bajo, 109.000 dólares, ya que requiere unas remodelaciones valoradas en 600.000 dólares, señalan los propietarios, la familia DuMoulin.
El mayor inconveniente de la casa, sin embargo, es la misma peculiaridad que la hace atractiva.
Y es que tras los ataques del 11-S el aumento de las medidas de seguridad transfronteriza han alterado la vida de los habitantes de la casa, que poseen la doble nacionalidad canadiense y estadounidense. Brian duMoulin dijo que antiguamente nadie se lo pensaba dos veces antes de cruzar la frontera, «pero ahora es un motivo de estrés para todo el mundo», señala.
En realidad el aumento de las restricciones ha afectado a todo el pueblo: calles residenciales que antes estaban abiertas ahora están valladas, puertas traseras que daban a la frontera han sido selladas. Incluso la calle de acceso a la biblioteca local, construida deliberadamente entre los dos países, ha sido bloqueada con macetas, aunque los canadienses pueden derecho a acceder al edificio, cuya puerta principal se encuentra en EE.UU., sin pasar el control fronterizo.
Brian cuenta que la mayoría de los agentes le conocen a él y a su mujer, Joan, y no les crean problemas. Pero recuerda que una vez un agente nuevo vio a su mujer y a su hermana delante de la casa, en territorio estadounidense, y les dijo que se presentaran al puesto fronterizo canadiense.
«Esto supone una dificultad«, señaló Brian DuMoulin, añadiendo que «ya no puedes ir por donde quieres… hay que pasar a través de la aduana y luego volver de la misma manera».