Luis F. Colmenárez | LA PRENSA DE LARA.- Como en la jungla viven 198 familias del sector Colinas del Pinal, al noreste de Barquisimeto. A diario deben lidiar con una serie de carencias que van desde la falta del servicio de agua y terrenos enmontados que dan paso a la proliferación de animales.
Al recorrer las calles de este populoso sector fundado hace más de 40 años, se logra ver cómo el monte alcanza más de un metro de alto y cubre casi por completo la única vía de tránsito, que además no está asfaltada. Los vecinos cuentan que constantemente se encuentran con culebras, ciempiés y alacranes que les genera un panorama escalofriante.
«Si alguien se enferma o si lo pica un animal, se muere. Para poder recibir atención médica debemos caminar largos kilómetros hasta comunidades vecinas, porque nosotros como tal no contamos con un ambulatorio o CDI», dijo con preocupación la señora Sandra Yánez, vecina de la zona, quien además lamentó que en el tiempo de fundación de la comunidad no hayan recibido atención de las autoridades regionales o municipales para evaluar las carencias y ver de qué manera mejorar la calidad de vida de los residentes.
Y es que Sandra es testimonio vivo de lo que es vivir lejos del progreso y del desarrollo. Esta mujer, de aproximadamente 40 años y con gran dificultad para respirar, le tocó caminar kilómetros hasta una comunidad vecina para poder recibir atención médica en medio de su lucha contra el COVID-19.
«Llamamos a varias ambulancias, pero ninguna pudo entrar por el mal estado en que se encuentran las calles. Lo mismo ocurre con los carros particulares, ya nadie nos visita ni se acuerda de nosotros», exclamó con resignación.
«El aseo tenía cinco años sin venir, la semana pasada se dejó ver nuevamente. Pero eso es únicamente porque vienen las elecciones, luego se van a desaparecer otra vez», dijo Jairo Bastidas mientras contaba que en ocasiones ven cómo las ratas corren de un lado al otro, pues son las únicas que gozan con la basura que se acumula.
Ante la falta de atención gubernamental, han intentado embellecer algunas áreas con jornadas de limpieza de monte, pero reconocen que es una tarea titánica que no logran llevar a cabo con frecuencia, pues tardan más limpiando que lo que se demora la maleza en volver a extenderse por todo el camino.
Piden con urgencia que en la comunidad se ejecute un plan de limpieza y de patroleo que deje las calles en mejor estado y permita el paso vehicular.
Según cuentan los vecinos, hace poco el alcalde de Iribarren, Luis Jonás Reyes, prometió una serie de proyectos que «elevarán» el estilo de vida de las personas que habitan en esta pequeña comunidad que pertenece al macrosector El Cercado, lo que esperan se cumpla para acabar con los más de 40 años de abandono y no sea sólo una promesa de campaña electoral. «Amanecerá y veremos», soltó Jairo entre risas.
Los vecinos reconocen que mientras no se consolide el servicio de cloacas no pueden solicitar asfaltado, recalcan que por lo menos se podrían construir aceras que hagan más llevadero el camino para las personas que a diario llevan a cabo lo que ellos llaman «a pata y bomba», que no es más que caminar largos tramos hasta llegar a la parada de bus más cercana.
Y es que ni siquiera cuentan con una unidad de transporte público, pues comentan que con la escasez de combustible las unidades de la «Ruta 12» optaron por recortar sus recorridos, dejando a este sector pasando trabajo.
Pero estas no son las únicas dificultades, pues los vecinos relatan que en la comunidad hay personas con cuadros de desnutrición y con condiciones especiales, que no reciben atención, según dice Sandra, quien además funge como líder vecinal.
Adicional hay familias que llevan toda su vida en humildes ranchos, que con el pasar de los años han comenzado a deteriorarse, mientras que otros son hijos de personas que edificaron su hogar en el sector y ahora viven junto a sus nuevos parientes en calidad de «hacinamiento».
Los amigos de lo ajeno también se suman a las dificultades. Hace tiempo les robaron los cables de Cantv, dejándolos incomunicados y sin acceso a internet, ahora el servicio de telefonía móvil es nulo para la mayoría de los habitantes.
Según cuentan, hace año y medio la comunidad logró reunir el dinero necesario y lograron que Cantv procediera a solventar la problemática; sin embargo, el resultado no fue el esperado. Algunas familias recibieron el servicio telefónico, pero no el de internet, mientras que otros presentaron la misma situación, pero a la inversa.
Como un verdadero dolor de cabeza describen los vecinos el servicio de agua por tuberías, pues este llega hasta sus hogares tan sólo una vez cada dos semanas y no por muchas horas, por lo que deben correr para poder llenar los tobos y pipotes que puedan tener en las casas.
«No somos Batman para pasar todas las noches en vela a la espera de unas cuantas gotas», dice Miguel Garrido, pues el servicio llega sin previo aviso y en diferentes días.
Explica que las 198 familias se ven obligadas a hacer de tripas corazón para rendir el recurso natural, ya que los camiones cisternas, que de por sí no visitan con frecuencia la comunidad, están cobrando hasta $5 por un tanque que sólo dura una semana, por lo que deben disponer de 20 billetes verdes al mes, que en Bs.D. es de 83, cifra con la que no cuentan, pues el ingreso familiar estándar es de salario mínimo.
En la comunidad Colinas del Pinal hay muchas personas en condición de vulnerabilidad. Uno de los casos más desgarradores es el de la señora Victoria González, quien con el paso de los años ha ido perdiendo la razón, hasta el punto de no saber ni siquiera su edad.
Victoria tiene una mirada triste; sin embargo, no duda en ofrendar su saludo a todo el que transita frente a su vivienda. Quienes la conocen se han mostrado preocupados por su condición mental e incluso han buscado que algún ente competente la pueda ayudar, pero los esfuerzos no han dado resultados. Siempre les dicen que «no hay recursos».
«Allí dentro no hay ni siquiera una silla para sentarnos al momento de las reuniones», soltó con indignación Sandra Yánez, vecina de Colinas del Pinal, al denunciar que la casa comunal del sector está tan deteriorada que es casi imposible poder llevar a cabo reuniones en el lugar.
La estructura tiene el techo deteriorado, vidrios rotos, falta de iluminación y enchufes, además la rodea abundante maleza.
La situación es tan crítica, que temen asistir pues no saben qué animales puedan estarse resguardando en el sitio. A simple vista, se aprecia cómo las avispas han construido sus nidos a pocos metros de la entrada.
Piden a las autoridades a poner manos a la obra y recuperar el espacio, alegan que se debe tener presente que allí se toman decisiones que benefician a las 198 familias de la comunidad.
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