viernes, 22 noviembre 2024
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Mil familias de la comunidad 24 de Julio tienen 25 años sin agua

Luis F. Colmenárez | LA PRENSA DE LARA.- Comer o bañarse. Esa es la disyuntiva que a diario invade a casi mil familias de la comunidad 24 de julio, al oeste de Barquisimeto. Y es que el alto costo de la vida aunado a la crisis en servicios básicos que ha venido azotando a los venezolanos, las ha acorralado a niveles que jamás imaginaron.

Este humilde sector que fundado hace 45 años, comenzó a crecer paulatinamente y por medio de las gestiones de algunos vecinos, lograron consolidar servicios como agua por tuberías, cloacas y electricidad.

No obstante, la maravillosa evolución solo duró 20 años. Corrían los días de 1996 cuando los vecinos comenzaron a notar cambios que posteriormente desataron un calvario que hasta el sol de hoy siguen sin solucionar.

Resulta que el suministro del vital líquido hasta cada uno de los hogares comenzó a ser cada vez más escaso y terminó convirtiendo a los habitantes en verdaderos camellos.

Este sector que fue divido en siete manzanas por la abrumadora cantidad de personas que llegaron a levantar sus hogares comenzó a notar con preocupación la manera en que el servicio fue desapareciendo en cada una de las zonas.

Los vecinos detallan que anteriormente el liquido llegaba los días martes, jueves y sábado. No obstante, las deficiencias comenzaron a ser cada vez más notorias hasta terminar desapareciendo por completo.

«No me explico como pudimos llegar a esto si en nuestros alrededores tenemos un centro de llenado y varias estaciones de rebombeo», comentó con confusión el señor Pedro Valencia.

El hombre detalla que a lo largo de estos 25 años, los vecinos han tenido que recurrir a camiones cisternas para poder contar con algunos litros de agua que les permitan realizar sus tareas del hogar.

Pero con la llegada de un sinfín de problemáticas al país y la arrolladora merma del poder adquisitivo, las personas comenzaron a ver este «plan b» como algo inalcanzable, y es que actualmente deben cancelar 2 dólares por tan solo una pipa. Los vecinos coinciden en que se trata de un momento casi impagable, pues la mayoría de los habitantes no cuenta con un salario que les permita cubrir semejante gasto.

Tal es el caso de la señora María Sierralta, quien a sus 80 años se vio obligada a dejar de comprar sus pastillas para controlar la presión arterial, pues con la pírrica cifra de la pensión no alcanza a costear los diferentes gastos que amerita su vivienda.

Igualmente ocurre con su vecina y tocaya, María Sira, quien se encuentra librando una ardua batalla contra el cáncer de seno y obligatoriamente debe tener su vivienda reluciente para prevenir cualquier tipo de infección o enfermedad que la coloque en situación de riesgo.

«El agua es un derecho humano, no se trata de un lujo. Las personas necesitamos de ella para poder ir al baño y mantener todo limpio en medio de la pandemia que está viviendo el mundo», dijo por su parte la señora Nelly Arteaga.

Manifiestan que es sumamente necesario que tanto el gobernador, Adolfo Pereira y el alcalde, Luis Jonás Reyes, se coloquen la mano en el corazón y se apiaden de todas las necesidades que se viven en los sectores más vulnerables de la entidad.

Ahora cada una de las personas que tiene su hogar en esta zona de Barquisimeto deben hacer de tripas corazón para rendir cada gota que llega hasta sus tobos.

«No se desperdicia ni una sola pizca de agua. A la hora de bañarnos nos metemos dentro de una bañera para recoger el agua que nos echamos y así poder bajar la poceta», dice Eddy Arteaga.

Menciona que lo mismo hacen con el agua sucia que queda en las lavadoras después de lavar la ropa.

Basta con realizar un breve recorrido por las populosas calles para notar que todos los hogares piden agua a gritos. En la mayoría de las casas se observan canales en los techos para poder recolectar unos cuantos litros del cielo cuando el clima se torna lluvioso.

Tanques, pipas, tobos, botellones y hasta ollas de cocina se pueden visualizar en el porche de las casas.

«Acá buscamos la manera de poder recoger aunque sea un tobito. Pero ya ni del cielo nos mandan agua, pues hace mucho tiempo que no llueve por estos lados», contó Dominga Pérez.

Pérez añade que si bien el plan cayapa impulsado por el gobierno regional los ha visitado en varias oportunidades, este no es frecuente y por tal motivo es algo con lo que no pueden contar, pues alega que si lo hicieran se estarían muriendo por la sequía.

Alegrón de tísico

Los vecinos comentan que el pasado mes de mayo estuvieron manipulando la llave que se encarga de regular la presión del agua en la comunidad y por primera vez en más de dos décadas vieron como de sus plumas salía algo más que solo aire.

Sin embargo, la felicidad solo les duró cinco minutos, pues no habían terminado de dar la noticia al resto de la comunidad cuando el suministro del vital líquido ya había sido interrumpido.

Otros problemas

La comunidad acota que otras de sus necesidades son la escasa presencia de transporte público, además de asfaltado y luminarias que brinden mayor seguridad a las calles durante horas de la noche.

Cuatro meses incomunicados

Incomunicados. Desde el pasado 8 de mayo el 95% de las familias del barrio 24 de julio, al oeste de Barquisimeto, quedó sin servicio de Cantv e internet a causa de un apagón que dio paso a un verdadero tormento para los habitantes.

Si bien no todas las casas se vieron afectadas, son contadas las que hoy gozan del servicio.

La señora Norma de Villegas explica que la problemática se debe a que desde la comunidad vecina de Los Naranjos, comenzaron a realizar conexiones ilegales que sobrecargaron la capacidad del servicio.

Vecinos han denunciado ante Cantv, sin embargo la respuesta que reciben es que los mismos habitantes deben cortar por sí mismos estas conexiones.

Las personas subrayan que los que más sufren en medio de esta problemática son los niños y jóvenes que deben cumplir con sus actividades académicas en medio de la pandemia que los ha presionado a estudiar a distancia.

Proyecto quedó en simples promesas

Un total de 16 ranchos se encuentran a la espera de ser reubicados por el simple hecho de haber sido construidos a orillas de la quebrada del sector 24 de Julio.

Vecinos dicen que en múltiples oportunidades el gobierno municipal les ha prometido llevar a cabo la obra que finalmente les garantizará un techo donde vivir, sin embargo, todo queda en veremos.

Incluso hay familias que derribaron sus viviendas por haberse creído la promesa de que pronto comenzarían a edificar sus casas. «Ellos solo nos dicen ‘voten por nosotros y les haremos las casas’ pero no vemos movimiento de ningún tipo», dijo Adriana Arévalo.

 

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