Rosalinda Peñaranda | LA PRENSA.- Todos los días Omaria Romero le toca caminar cuadra y media, con dos tobos, desde su casa hasta la toma clandestina que hicieron los vecinos de La Piedad del Norte, para poder agarrar agua para el uso en su hogar.
La señora Romero, de la tercera edad, hace todos los días 25 viajes por cuadra y media, cargando dos tobos de agua hasta su casa “la espalda no la aguanto de tanto cargar los tobos” lamenta; explica que vive con su esposo, quien por sufrir de artritis no puede cargar con peso porque las manos se les hinchan.
Son más de 15 familias las que hacen cola desde las 10 de la mañana hasta las 6 de la tarde, en la esquina de la calle 2 con carrera 3, para agarrar agua de la toma clandestina que está frente a una casa abandonada que hay en el sector.
Es esta la única alternativa que la mayoría encontró para conseguir agua, debido a que pagar un cisterna, es una opción que descartan por el costo que estos tienen. Masey Agüero bromea diciendo que “el agua aquí es como un arbolito de navidad, prende y apaga” refiriéndose a que en los últimos meses el agua no les llega con la misma presión que antes, así como también hay familias que ni una gota de agua les baja por la pluma.
Mintz Monteiro, residente, reclama que el último recibo del pago del servicio de agua superó la cantidad de 10 mil bolívares, monto que ella considera excesivo, además que ella asevera no estar disfrutando de ningún servicio, pues explica que “todos los días busco pimpinas de agua en La Campiña con mi pareja en su moto”.
El problema que presenta la comunidad referente al agua, viene dado desde hace 8 meses atrás, los residentes consideran que esto se debe a las invasiones que han
hecho en las adyacencias de la La Piedad Norte, explican que los invasores han colocado tomas clandestinas ocasionando que la presión de agua hacia ellos disminuya.
Ya varias familias han puesto la queja ante las autoridades de Hidrolara, pero hasta el momento no se han manifestado para presentar alguna solución.