Daimar Díaz | LA PRENSA de Lara.- El uso de pañitos impregnados de alcohol tapando la nariz o tapabocas clínicos es una conducta habitual entre los habitantes de El Trompillo, parte alta, quienes intentan evitar los olores nauseabundos que invaden la zona, producto de un bote de aguas negras que se registra desde hace meses.
La acumulación de aguas cloacales no sólo ha generado malestar, sino que además ha desencadenado una serie de enfermedades en niños y adultos que están obligatoriamente expuestos a bacterias de restos fecales que se desbordan junto con el agua por una tubería que está rota.
Problemas respiratorios, enfermedades de la piel y estomacales se han vuelto el pan de cada día entre los residentes, quienes explican que el mal olor se intensifica en horas del mediodía, cuando el inclemente sol calienta el asfalto.
«Los niños interrumpen su almuerzo porque no soportan el olor. Estamos muy preocupados por esta situación. Hemos pedido a las autoridades que atiendan nuestro caso porque ya es insoportable vivir en estas condiciones», expresó María Coronel, habitante del sector.
Yonatan Castro, otro habitante del sector, explicó que la invasión de animales rastreros e insectos volares es otra de las calamidades que han tenido que soportar. Ratas, ratones, cucarachas, sapos, moscas, mosquitos y cualquier otra alimaña se anida en el enorme charco de aguas podridas, y luego ingresan a las casas como Pedro por su casa.
«Son tantas las moscas y zancudos, que se escuchan como panales de abejas y si te descuidas un minuto ya tienes parte del cuerpo con picaduras» aseveró la vecina, Rosa Perdomo.
Por si fuera poco, la acumulación de las aguas cloacales ha vuelto leña el asfalto y enormes huecos se abren paso en las calles, que a su vez se convierten en guillotinas para peatones y conductores cuando les tocan los cortes de energía eléctrica en horario nocturno.
«En las noches cuando no hay luz casi ni se puede caminar por el barrio porque toca andar brincando para no llenarse del agua de las cloacas», manifestó Francisco Dorante, residente.