El inicio del año nuevo representa una de las festividades más significativas en toda Venezuela. Más allá de la cena, esta fecha se caracteriza por la serie de rituales que cada familia ha adaptado y personalizado con el tiempo.
Estas prácticas, que van desde recorridos por las calles hasta el uso de indumentaria específica, funcionan como una proyección de metas y deseos para el ciclo que comienza, convirtiéndose en un legado cultural que se transmite de generación en generación.


Deseos, abundancia y el rito de la mesa
La gastronomía y los elementos comestibles son pilares fundamentales de los augurios de medianoche. La tradición de las 12 uvas sigue vigente, donde cada fruto, ya sea verde o morado, representa un anhelo para cada mes del año entrante, consumiéndose al ritmo de las campanadas de la iglesia.
Por otro lado, las lentejas se consolidan como el símbolo máximo de la prosperidad; las familias suelen comerlas cocidas o lanzarlas crudas al aire para atraer la riqueza. Un detalle importante en este último rito es que, si caen al suelo, deben recolectarse con la mano y evitar el uso de la escoba para no «espantar» la suerte.


Proyecciones personales de año nuevo: Viajes, amor y vivienda
Para quienes sueñan con recorrer el mundo, la costumbre de caminar varios metros con maletas o pasaportes en mano sigue siendo una de las más populares.
El ámbito personal también se rige por supersticiones: el uso de ropa interior amarilla para el dinero o roja para el amor es una regla no escrita. Los solteros, por su parte, recurren a subirse y bajarse de una silla tres veces o a colocarse debajo de la mesa para encontrar pareja.
Asimismo, aquellos que aspiran a un nuevo hogar suelen recibir el año con una llave marcada con el símbolo del infinito y un billete dentro de su zapato derecho.


Purificación del entorno y despedida regional
La renovación de los espacios físicos es otra pieza clave. Los venezolanos acostumbran a limpiar, organizar y pintar sus casas antes de la despedida del año como un acto de purificación. Una vez lograda la limpieza, se suelen encender velas aromáticas de mandarina, pino o vainilla, utilizando colores específicos según la necesidad: verde para la salud, azul para los conflictos y amarillo para las finanzas.
El sonido y el fuego del adiós
Finalmente, la atmósfera se completa con una banda sonora icónica que incluye temas como “Faltan cinco pa’ las 12” y “El cañonazo”. Mientras la música suena, en regiones específicas como los Andes, se lleva a cabo la “Quema del Año Viejo”. Este ritual consiste en incinerar un muñeco de trapo, cartón y pólvora después de las 12:00 am, un acto simbólico que busca destruir las experiencias negativas del pasado y dar la bienvenida al futuro con la energía del fuego.


