Luis F. Colmenárez | LA PRENSA DE LARA.- Dos décadas han pasado y nada ha cambiado. Nueva Esperanza II es una comunidad situada al norte de Barquisimeto y no hace honor a su nombre, pues quienes hacen vida allí viven atados a una cadena de necesidades y problemáticas que golpean de manera violenta su calidad de vida.
Al llegar al sector se percibe un calor de hogar que se traduce en la sonrisa que se dibuja en cada uno de los rostros de quienes allí residen. Los sueños de llegar a ser médicos, futbolistas o ingenieros se mantienen vivos en el corazón de los niños que aspiran algún día poder tener calidad de vida para sí mismos y para sus familiares.
Los vecinos resaltan que si bien la comunidad alberga a gente tranquila y trabajadora, los embates de la falta de servicios básicos son enormes y generan incomodidad en cada uno de sus hogares. Para ellos hablar de servicios, como el agua por tuberías, cloacas, asfaltado, aseo urbano e iluminación representa un sueño imposible que cada vez se aleja más de convertirse en una realidad.
«Aquí el verdadero dilema es la falta de agua. Los cisterneros ya están ofreciendo una pipa en 1.5 dólares y la mayoría debemos llenar el tanque por lo menos dos veces a la semana. Eso es un duro golpe al bolsillo porque toca decidir entre comer o pagar el vital líquido», comentó la señora Elys Muñoz, quien además agrega que el Plan Cayapa que era enviado por la Alcaldía de Iribarren ahora sólo vive en sus memorias, pues nunca más volvieron a contar con ese servicio.
Es común que en cada casa reutilicen el agua con la que lavan la ropa para bajar la poceta, limpiar la casa, regar las plantas o simplemente para el chiquero de quienes crían cerdos.
La falta de vialidad es otro tormento para ellos, las calles de tierra pasan a ser pantanos cuando llegan los días de lluvia, complicando aún más la tarea de salir hasta la vía principal que conduce hasta Tamaca, punto más cercano donde pueden tomar transporte público.
Ellos comentan que a lo largo del tiempo ninguno de los políticos que han pasado por allí han cumplido con las promesas que les han hecho. Tal es el caso de la señora Marisol Albuque, quien en 2019 recibió la visita de la entonces gobernadora, Carmen Meléndez, quien les garantizó que pronto le construiría una vivienda digna.
Como ellas son muchos los que han construido con esfuerzo humildes viviendas con tapas de zinc y adobe por lo limitados que se encuentran sus recursos y que hoy día esperan por lo menos una dotación de materiales de construcción para ellos mismos poner la mano de obra y así contar con un techo seguro.
Además, los vecinos comentan que les hace falta varios postes de luz y transformadores para que el servicio eléctrico pueda llegar hasta la última cuadra, donde constantemente se registran fluctuaciones que han dejado a las familias sin energía por hasta una semana.
Asimismo, hay un buco que los bordea y que es uno de los puntos más utilizados por los vecinos para dejar las bolsas con los desechos. Comentan que los problemas se agudizan cuando llueve, pues el agua queda represada por la basura y las casas que están a orillas del buco corren el riesgo de inundarse por el caudal que pasa su nivel máximo.
Con la mano en el corazón, la gente le hace un llamado a los entes gubernamentales a voltear la mirada hacia ellos y ayudarlos a solucionar las fallas que cercenan su calidad de vida.