viernes, 22 noviembre 2024
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Vecinos de Nueva Esperanza II reclaman mejor calidad de vida

Luis F. Colmenárez | LA PRENSA DE LARA.- Dos décadas han pasado y nada ha cambiado. Nueva Esperanza II es una comunidad situada al norte de Barquisimeto y no hace honor a su nombre, pues quienes hacen vida allí viven atados a una cadena de necesidades y problemáticas que golpean de manera violenta su calidad de vida.

Al llegar al sector se percibe un calor de hogar que se traduce en la sonrisa que se dibuja en cada uno de los rostros de quienes allí residen. Los sueños de llegar a ser médicos, futbolistas o ingenieros se mantienen vivos en el corazón de los niños que aspiran algún día poder tener calidad de vida para sí mismos y para sus familiares.

Los vecinos resaltan que si bien la comunidad alberga a gente tranquila y trabajadora, los embates de la falta de servicios básicos son enormes y generan incomodidad en cada uno de sus hogares. Para ellos hablar de servicios, como el agua por tuberías, cloacas, asfaltado, aseo urbano e iluminación representa un sueño imposible que cada vez se aleja más de convertirse en una realidad.

«Aquí el verdadero dilema es la falta de agua. Los cisterneros ya están ofreciendo una pipa en 1.5 dólares y la mayoría debemos llenar el tanque por lo menos dos veces a la semana. Eso es un duro golpe al bolsillo porque toca decidir entre comer o pagar el vital líquido», comentó la señora Elys Muñoz, quien además agrega que el Plan Cayapa que era enviado por la Alcaldía de Iribarren ahora sólo vive en sus memorias, pues nunca más volvieron a contar con ese servicio.

«Ellos venían y nos daban cuatro pipas al mes. No era mucho, pero por lo menos nos servía para ahorrarnos esa platica», añade. Ha habido casos de familias que no cuentan con un solo bolívar para comprar el recurso natural, por lo que deben recurrir a la solidaridad de vecinos que les ofrecen un tobo que deben rendir al máximo.

Es común que en cada casa reutilicen el agua con la que lavan la ropa para bajar la poceta, limpiar la casa, regar las plantas o simplemente para el chiquero de quienes crían cerdos.

La falta de vialidad es otro tormento para ellos, las calles de tierra pasan a ser pantanos cuando llegan los días de lluvia, complicando aún más la tarea de salir hasta la vía principal que conduce hasta Tamaca, punto más cercano donde pueden tomar transporte público.

Aseguran sentirse aislados, más que todo en momentos de emergencia de salud cuando no tienen cómo salir de la comunidad hasta un centro asistencial. Todo eso sin contar que en esos momentos de premura deben transitar por un camino rodeado de abundante monte, en el que no sólo pudiesen toparse con delincuentes, sino también con animales de todo tipo. «Una manera de movilizarse es a través de mototaxis que hacen carreras por un dólar, y aunque se escuche poquito, muchos no tenemos la capacidad de disponer de ese dinero porque puede servir para comprar una harina», dice la señora Vilmary Sánchez, quien es madre soltera de tres niños y hace todo lo posible para poder suplir cada una de las necesidades de sus retoños.

Ellos comentan que a lo largo del tiempo ninguno de los políticos que han pasado por allí han cumplido con las promesas que les han hecho. Tal es el caso de la señora Marisol Albuque, quien en 2019 recibió la visita de la entonces gobernadora, Carmen Meléndez, quien les garantizó que pronto le construiría una vivienda digna.

«Me dijeron que tumbara los palos y dos paredes, yo les hice caso, pero después me tocó levantarlos otra vez porque por estos lados no se dejó ver nadie con intenciones de construirme una casa», dice.

Como ellas son muchos los que han construido con esfuerzo humildes viviendas con tapas de zinc y adobe por lo limitados que se encuentran sus recursos y que hoy día esperan por lo menos una dotación de materiales de construcción para ellos mismos poner la mano de obra y así contar con un techo seguro.

Además, los vecinos comentan que les hace falta varios postes de luz y transformadores para que el servicio eléctrico pueda llegar hasta la última cuadra, donde constantemente se registran fluctuaciones que han dejado a las familias sin energía por hasta una semana.

El aseo ya es inexistente. Basta con darse una pasada por las adyacencias de la comunidad y podrá observar cómo la basura se mezcla con la maleza.

Asimismo, hay un buco que los bordea y que es uno de los puntos más utilizados por los vecinos para dejar las bolsas con los desechos. Comentan que los problemas se agudizan cuando llueve, pues el agua queda represada por la basura y las casas que están a orillas del buco corren el riesgo de inundarse por el caudal que pasa su nivel máximo.

Con la mano en el corazón, la gente le hace un llamado a los entes gubernamentales a voltear la mirada hacia ellos y ayudarlos a solucionar las fallas que cercenan su calidad de vida.

 

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