Las cárcavas de Quíbor no solamente son imponentes por la profunda erosión del suelo, sino por su valor como reservorio de la flora del semiárido y por ser uno de los más de 300 sitios de interés arqueológico del municipio Jiménez. Razones que justifican el temor de ambientalistas y de la comunidad de arqueólogos, ante la penetración de maquinaria pesada en esta área. El Ministerio para Ecosocialismo en Lara ordenó la paralización de tal movimiento de tierra.
El material audiovisual que empezó a circular mencionaba el peligro del ecocidio, por la pérdida de plantas y árboles autóctonos de nuestra entidad larense y el avance de la maquinaria pesada, desconociendo el impacto ecológico y posible atentado a la memoria arqueológica, vestigio ancestral.
Leymon Yajure, director del Minec en Lara, ayer confirmó que venía regresando de la capital del municipio Jiménez, siendo la segunda visita para hacer seguimiento a este problema que generó angustia en la colectividad y en los fieles defensores del patrimonio cultural. Explicó que tuvieron conocimiento el pasado jueves 10 de octubre y al día siguiente ordenaron la paralización.
«La obra no tenía autorización y hoy (ayer) volvimos por la inspección, así como una reunión con funcionarios de la sindicatura municipal», indicó aclarando que particulares pretendían construir una carretera, abrir paso para el tránsito de productores. También explicó que se atrevieron a realizarlo a un extremo, pero no llegaron a perjudicar directamente a las cárcavas.
Reconoce el lugar como una de las zonas más representativas de Lara, por lo que levantarán un informe detallado con las coordenadas y seguir vinculados con la Alcaldía de Jiménez, para el resguardo de toda el área.
Hacen seguimiento a las cárcavas
Esa impactante visual de las cárcavas vestidas de la aridez de su suelo y con alfombras de cujíes, espinas y demás plantas que sobreviven sin tanta humedad, también resguardan algunos indicios de ocupaciones de comunidades que se aproximan a la época colonial. De allí, los restos de losa criolla y hornos, los cuales hablan de las faenas de antepasados que se han ubicado en estos terrenos al extremo de la avenida Rotaria de Quíbor,
Un recuento que realiza Rubia Vásquez, directora del Museo Antropológico Francisco Tamayo de Quíbor, al justificar el interés arqueológico y preocupación sobre esa posible intervención. Además de ser una de las zonas que incluyen en la ruta de turismo arqueológico desde 2022, donde se organizan en grupos de estudiantes, vecinos de comunidades, personal de empresas y visitantes en general, ansiosos por conocer la riqueza de esta máxima representación del semiárido, con lo rústico y desértico que también es de interés para grabaciones de videoclips.
Están a disposición de trabajar en conjunto con funcionarios del Minec y Alcaldía de Jiménez, así como suministrar apoyo con material de las investigaciones realizadas y coinciden en el temor de ambientalistas locales, por esa riqueza en formación geológica, con la profundidad en la erosión de sus suelos de entre 4 a 7 metros, gracias a la acción del viento y las lluvias.
Piden respeto en ese trecho entre la producción agrícola y el resguardo arqueológico, donde siempre confían en las campañas de información que terminan en acuerdos, para evitar que el peso de la producción no deje en segundo plano al valor patrimonial.
«Seguimos trabajando por los acuerdos y así la gente entiende la necesidad de protección de estas áreas», señala Vásquez de sensibilizar desde la edad escolar, abordando planteles educativos y así poder concretar que ante hallazgos de enterramientos o piezas antiguas, los mismos habitantes terminen cuidando y delimitando el espacio.