domingo, 24 noviembre 2024
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Avión Solar vuelve y continúa reto en favor de energías renovables

EFE | LA PRENSA.- El primer avión solar que consiguió volar tanto de día como de noche y dar así la vuelta al mundo regresó este miércoles a Suiza, donde fue concebido y construido, lo que cierra una etapa y abre otra para sus promotores, que continuarán promoviendo el uso de las energías renovables.

El creador de la idea, fundador de la entidad que ha llevado adelante el proyecto y piloto del Solar Impulse, Bertrand Piccard, sostuvo -al recibir la aeronave desmontada que llegó en un avión de carga a una base aérea a las afueras de Zúrich- que con este acto acabó la vuelta al mundo, pero que el proyecto continúa.

Tanto Piccard como su socio, quien a su vez es el único otro piloto formado para conducir el Solar Impulse, André Borschberg, mostraron gran emoción cuando el avión aterrizó y en cuanto pudieron subieron a él para ver cómo se bajaban las primeras piezas del Solar Impulse, que fueron sus alas, las que daban al aparato una envergadura de 71,9 metros.

La vuelta al mundo, en un recorrido de 43 mil kilómetros realizado en 17 etapas, «demuestra que la tecnología puede hacer lo imposible», dijo instantes después Piccard en declaraciones a un grupo de medios de prensa entre los que se estaba Efe.

Abu Dabi, la capital de los Emiratos Árabes Unidos, fue donde esa aventura comenzó en marzo del año pasado y terminó a fines del pasado julio, con casi un año de retraso debido a un grave desperfecto en una de las alas.

Diseño

El diseño y la necesidad absoluta de que el avión fuese lo más liviano posible (2.300 kilos) supuso uno de los mayores retos para los técnicos y por ello la diminuta cabina del Solar Impulse sólo puede acoger a una persona.

Los pilotos debieron someterse a rígidos entrenamientos para que, cada uno a su manera, pudiese controlar el hambre, el sueño y sus funciones corporales en un reducido espacio, en el que prácticamente no había espacio para moverse por largas horas y hasta por varios días.

Para captar y almacenar suficiente energía solar fueron necesarias 17.248 células fotovoltaicas que cubren la parte superior de las alas, el fuselaje y la cola, en un área total de 269,5 metros cuadrados.

Ahora, Piccard y Borschberg se han planteado el reto de poner en marcha una organización mundial para reagrupar a los principales actores de las tecnologías limpias y revertir la tendencia a la fragmentación y al aislamiento que piensan que domina en este sector.

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