viernes, 22 noviembre 2024
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CRÓNICA: El susto que pasó Carmen por no conseguir su medicamento

Belimar López | LA PRENSA.- Como todas las mañanas, el reloj de Carmen suena a las 5:00 de la madrugada, pero este día era una fecha especial porque se celebra la defensa del trabajo de grado de su tercera nieta.

Al levantarse de la cama sintió un dolor en el pecho, pensó que era la emoción. Hace sus labores de rutina, desayuna y se ducha. Sale del baño y se encuentra con Lucía, la primera niña que la hizo abuela.

            –Estoy sudando, ¿hace mucho calor? Pregunta-

            –No, abuela. Está haciendo frío, apenas está amaneciendo. Todavía no ha salido el sol-, le responde Lucía.

Pero la molestia, el dolor y la sudoración persistieron y  de un momento a otro comenzó el temblor en las manos. Se siente agitada, se descompone rápido. Su salud comienza a decaer. Presiona su pecho mientras recuerda la advertencia de su doctor: no dejar de tomar las pastillas para la tensión.

La familia se preocupa y observa a Carmen, de 76 años, que además de padecer de la tensión, es paciente diabética y sufrió un infarto hace cinco años.

Sus hijos deciden trasladarla hasta el hospital. En el camino tratan de tranquilizar a su madre. María, la mayor de sus hijas y madre de LucÍa, acaricia con ternura la cabeza de su madre quien reposa en sus piernas.

            -Tranquila mamá, ya vamos a llegar. Aguanta un poco, todo estará bien-, dice la hija.

Carmen no emite ni una palabra pero su silencio aumenta la angustia de sus hijos. Francisco, quien iba al volante, acelera el carro mientras van rumbo al hospital.

Al llegar al lugar hay muchos pacientes en la emergencia que esperan ser atendidos. Unos reposan en el piso con expresiones de dolor y desesperación, mientras sus familiares están en un «corre corre» para encontrar los insumos que piden los médicos por la escasez que hay en el centro de salud.

María se topa con uno de los doctores que hace años trató a Carmen. Ella le explica lo que sucede y él accede a ayudarle. Inmóvil en una camilla está la paciente mientras la atienden. El doctor confirma las sospechas: su tensión está alta.

Luego de unas horas los doctores logran estabilizarla. Reacciona y logra hablar con sus hijos. El médico la reprende y le advierte que debe tomarse su pastilla para la tensión, tratamiento que había suspendido desde hace tres meses por la escasez de medicamentos.

El susto pasó. Carmen regresa a su casa con su familia. Solo fue eso. Un susto que alteró su salud. Un susto que le hizo perderse el logro de su nieta y que en cualquier momento podría atacar de nuevo si no encuentra sus pastillas.

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