Ana León | La Prensa.- Cada vez son más las escuelas que son robadas durante el año. Padres, representantes, profesores y todo el personal que labora en las instituciones son los que pagan los platos rotos de los daños que dejan los delincuentes al entrar en la institución, cuya reparación o restitución valen un ojo de la cara.
Sonia Andasol, profesora de la Escuela Bolivariana Barrio San Vicente, contó que en el primer semestre del año escolar, entre septiembre y diciembre, los habían robado más de cuatro veces, pero el de diciembre fue el peor de todos.
“Abrieron un boquete en la pared de uno de los salones de la escuela y se llevaron la computadora de la Dirección, ventiladores, un equipo de sonido, materiales escolares que son usados para el preescolar y unas cosas de la cocina. Estamos ya en febrero y aún no hemos logrado reponer lo robado”, dijo.
Para poder arreglar los daños a la infraestructura, docentes y directivos deben comprar de a poco las vigas, los bloques, el cemento y el resto de los materiales de construcción. La Zona Educativa aporta una parte importante y ayuda a recuperar los artículos robados que son donados por el ministerio, pero los artículos de oficina y papelería deben ser adquiridos por los mismos profesores en muchas ocasiones.
“Para poder mantener la escuela vendemos desinfectantes, que son hechos por nosotros mismos y pedimos una colaboración a los padres cuando somos afectados por la delincuencia”, reconoce la profesora Sonia Andasol.
Según Manuel Galíndez, secretario general de Fenatev Lara, más de un 30 % de las instituciones educativas son robadas en el año.
“Hay algunas escuelas que apenas tienen un solo vigilante. Las escuelas son robadas y saqueadas durante las noches y los fines de semana cuando están solas”, comentaba Galíndez a través de una entrevista telefónica.
La escuela San Vicente es uno de esos ejemplos. La profesora Sonia aclaró que la directora del plantel ya estaba tramitando en la Zona Educativa la posibilidad de incluir más vigilantes. Mientras tanto, toman previsiones de dejar resguardadas algunas cosas en aulas o depósitos cerrados para evitar que no sean sustraídas por los delincuentes.