Daniela Valladares | LA PRENSA.- De 40 talleres de tallado de piedra caliza que funcionaban en la parroquia Cuara de Cubiro, ahora sólo quedan 5. La obtención de la roca blanca compuesta por carbonato de calcio es gratuita, sin embargo el traslado desde la ciudad de Coro en el estado Falcón tiene arruinados a los artesanos y las ventas se desploman.
Rafael Pérez tiene 16 años dedicado exclusivamente en el negocio del tallado de la piedra y cuenta que el costo del traslado en una gandola hasta Quíbor cuesta aproximadamente los 500 mil bolívares, por eso le ha tocado comercializar otros productos como plátano, cambur y tamarindo que puede sembrar en su tierra.
‘La situación está color de hormiga, me rebusco vendiendo comida y frutas porque las piezas no salen como antes. En meses buenos vendía de 30 a 40, ahora 5 cuando mucho y el camino para ir a Cubiro era reconocido por el desfile de piezas en caliza que se exhibían”, revela desanimado Pérez, mientras atiende el negocio de los cambures. Pérez señala que no sólo deben cancelar el flete de la gandola sino soportar el “matraqueo” de las alcabalas en la carretera. Fácilmente en cada viaje pudiesen desembolsillar hasta 700 u 800 mil bolívares, por tal motivo el incremento en el costo de las piezas, las grandes cuestan a partir de los 40 mil bolívares y las pequeñas en 25.
Ninguno se salva
Pero no sólo los artesanos de la piedra sufren esta situación. José Fréitez, quien fabrica fachadas de viviendas, confiesa que tuvo que cerrar por 8 meses por la inestabilidad en el costo de los materiales y porque la necesidad de la gente se inclinó hacia la compra de comida. “Si hoy conseguía una pintura en 1 mil 500 bolívares, la próxima semana ya estaba en 3 mil, entonces estaba perdiendo y decidí aguantarme unos meses para arrancar”, relata Fréitez, quien en alguna oportunidad llegó a tener 80 trabajadores en su taller, ahora sólo tiene a dos.