LA PRENSA.- El mantenimiento de las carreteras actuales es largo y costoso; eso cuando se realiza, claro. Como más de uno y una me dirá, la mayoría de las veces las carreteras son abandonadas hasta que están tan mal que suponen un peligro mortal.
Los motivos, aparte del dinero, es la dificultad para encontrar estos problemas en primer lugar. La mayoría de las carreteras de la actualidad son de asfalto; un material poroso que es fácil de colocar y permite un buen agarre además de reducir la cantidad de ruido que produce la circulación. Pero que también es muy dado a quebrarse y romperse.
Ponerse a buscar grietas y baches por todos los miles de kilómetros de carreteras de un país no es tarea difícil. Pero, ¿y si pudiésemos arreglarlos simplemente circulando por la carretera?
Carreteras que se reparan automáticamente con el poder del magnetismo
Científicos de la Universidad Técnica de Delft en los Países Bajos están trabajando en eso mismo. Se trata de un tipo de asfalto especial, con pequeñas fibras de acero mezcladas; por lo tanto, tiene las mismas ventajas que el asfalto normal.
Por lo tanto, no es como si el asfalto sepa que está dañado; pero si que es capaz de “curarse” a si mismo con esa simple influencia. De esta forma, no hace falta cerrar carreteras para trabajar en ellas, ni el lento y angustioso trabajo de reparación habitual.
Aunque parezca algo increíble, de hecho este asfalto ya se ha usado en unas 12 carreteras de los Países Bajos; una de ellas lleva abierta desde 2010 sin problemas, aunque evidentemente no servirá de mucho hasta que el uso continuo empiece a crear baches.
Bacterias que rellenan grietas por si solas
Las fibras de acero no son el único añadido en el que trabajan los científicos. Otra corriente de pensamiento cree que podemos aprovecharnos de las bacterias y de lo fácil que se multiplican. En concreto, es una bacteria que secreta carbonato de calcio, que rellena las grietas automáticamente.
Puede que no sea suficiente como para rellenar grandes baches, pero lo bueno es que estas bacterias viven unos 200 años; y no es necesario mantenimiento ni ninguna gran máquina para que actúen. Sin embargo, su implantación está más lejos por miedo a fallos catastróficos; y por el momento, sólo se ha probado en pequeños trozos de asfalto.
Ya sea con fibras metálicas o con la ayuda de seres vivos, puede que quede menos de lo que pensábamos para acabar con los baches.