viernes, 22 noviembre 2024
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Precios no dan ni para comer

José Daniel Sequera | LA PRENSA.- El bolsillo y el estómago de los venezolanos son golpeados por la galopan­te crisis que a diario se agrava. El incontrolable alza en los precios de los productos alimenticios pulveriza el salario de los ciudadanos, quienes tie­nen que ingeniárselas para poder comer.

“La cosa está tan dura que sólo se puede comer una vez al día, a veces una comida y media. Pe­ro olvídate de la carne; sólo es yuca y granos”, con­fiesa Gustavo Flores, un obrero que se­manalmente gana 250 mil bolívares y hace de tripas corazón para alimentar a su esposa y dos hijos.

Flores es el reflejo de millones de venezolanos que han bajado su cali­dad de vida y el poder ad­quisitivo por la galopane­te inflación que tiene a un millón 800 mil venezolanos en situación de hambruna de acuerdo a Provea y la FAO, lo que ha desembocado en una pérdida de talla y peso ge­neralizada.

El nutricionista Daniel Campos considera que ante este escenario, en Venezuela existe una “malnutrición por défi­cit”. “Por más que se sus­tituyan las proteínas de origen animal con gra­nos, el nivel de nutrien­tes y calorías que estos poseen no son los mis­mos, pero las personas deben ajustarse a su rea­lidad eco­nómica”, enfatiza.

Expertos en econo­mía aseve­ran que es “matemá­ticamente imposible” para un vene­zolano que gana sueldo mínimo, lograr adquirir lo que necesita para co­mer, así como para medi­cinas o transporte porque “simplemente no alcan­za”.

El salario sólo alcanza para un cartón de hue­vos, entonces ¿Cómo se alimenta el venezolano? Simple, no se alimenta y tiene que comer hasta una vez al día nada más, contempla el economista Diego Mendoza, al agre­gar que a esta situación se le debe agregar el im­pacto en los precios a ni­vel de medicamentos y productos de aseo perso­nal.

Las pocas oportunida­des para adquirir comida hace que, según el presi­dente de Datanálisis Luis Vicente León, venezola­nos tengan que esperar por bolsas y cajas CLAP o donaciones de la Iglesia. Tal es el caso de Pedro Aguilar, pensionado, a quien le toca esperar mensulamente la caja CLAP. “Comiendo sólo dos veces al día, igual la caja no me llega a los 20 días. El resto de días ten­go que aguantar ham­bre”, dice.

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