LA PRENSA DE LARA.- La analogía de la rana hervida se origina en un experimento en el que una rana se coloca en agua fría que se calienta gradualmente. La rana se adapta al cambio de temperatura y no salta fuera del agua, incluso cuando esta llega a hervir. Una metáfora que describe la capacidad de las personas para adaptarse gradualmente a condiciones adversas, que aplica a situaciones en las que estas no pueden darse cuenta del empeoramiento progresivo, adaptándose hasta que sea demasiado tarde.& ;
Dicha metáfora, encuentra un eco preocupante en el contexto venezolano bajo el gobierno de Nicolás Maduro. A medida que la crisis política, económica y social en Venezuela ha empeorado con el tiempo, surge la pregunta crucial sobre cómo los ciudadanos han respondido y cuáles son las implicaciones de esta adaptación.
Durante la gestión de Nicolás Maduro, hemos sido testigos de una crisis de gran envergadura que envuelve hiperinflación, escasez de alimentos, medicinas, colapso del sistema de salud, corrupción y deterioro de las libertades civiles, además de la escasez de gasolina, problemas con la distribución del gas y el agua y los cortes prolongados de electricidad. A medida que estas condiciones se han exacerbado, los venezolanos hemos enfrentado la difícil tarea de adaptarnos a una realidad cada vez más precaria.
Como consecuencias de este síndrome, hemos «desarrollado» una adaptación gradual a la crisis, muchas veces repitiendo a nosotros mismos que «no podemos estar peor», convenciéndonos de aceptar la escasez y la inflación como algo temporal, pero al final, las hacemos parte de nuestra vida cotidiana.
Para un ciudadano común, la situación es tan dinámica, que cuando ha logrado solucionar (temporalmente) uno de sus problemas, tiene que lidiar con otro inmediatamente, e incluso solapándose unos con otros, impidiéndole tomar medidas drásticas para cambiar la situación del país en conjunto con otros millones de ciudadanos que sufren por igual, como participar en protestas o buscar alternativas políticas.
A su vez esta situación genera un desgaste emocional impresionante. La constante adaptación a la incertidumbre y la dificultad causa estragos en la psique de los ciudadanos, afectando nuestro bienestar mental. Hemos distorsionado la perspectiva de lo que debería ser una vida normal y saludable, cayendo en la aceptación de estándares más bajos.& ;
Con respecto a lo anterior, seguramente hemos escuchado que alguien cercano ha cometido suicidio por la situación, sin embargo, no podemos afirmar un aumento en la tasa de muertes por suicidio ya que el gobierno se ha encargado de evitar la publicación de cifras estadísticas oficiales, salvo la información que políticamente les convenga.
Al someternos a esta adaptación de manera tan prolongada, ha llevado a muchos a la resignación y la creencia de que la situación no mejorará, eliminando la esperanza de cambio. Algo en extremo conveniente para el gobierno.
Para combatir esta situación debemos mantener la conciencia sobre la gravedad de lo que acontece y no permitir que la normalización nuble la percepción de la crisis. Estamos en crisis y debemos hacer algo. Aunque sea difícil participar e involucrarse, hay que buscar el tiempo y no perder oportunidades para las acciones cívicas, como las protestas pacíficas y la promoción de cambios políticos y sociales.
Debemos generar estrategias para actuar bajo las reglas del gobierno y ganar terreno. No podemos permitir que nuestra vida se vaya degradando sin actuar en ello. Superar el síndrome de la rana hervida requerirá un esfuerzo en conjunto, donde la conciencia, la acción y la unidad sean pilares clave para construir un futuro mejor para Venezuela.
Escrito por: Emilin Piña
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