Agencias | LA PRENSA DE LARA.- Dirigentes de la oposición venezolana coinciden en la urgencia de recomponer su unidad para lograr un cambio político en el país, pero muchos de ellos se resisten a la idea de negociar con líderes que se separaron de su coalición en los últimos dos años ,a quienes llaman «alacranes».
Un sector de la oposición, incluidos varios partidos que apoyan al llamado gobierno interino de Juan Guaidó, reconocido como presidente interino de Venezuela desde enero de 2019 por al menos 50 países, participó con un desempeño relativo en las elecciones regionales del domingo 21 de noviembre.
Si bien el oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela ganó 19 de 23 gobernaciones y al menos 205 de las 335 alcaldías del país, las fuerzas críticas del gobierno de Nicolás Maduro sumaron más votos que el chavismo y triunfaron en 123 cargos municipales, su mejor cometido a la fecha.
El oficialista Gran Polo Patriótico obtuvo 46% de los votos nacionales el 21 de noviembre, mientras que tarjetas opositoras capitalizaron 54,3% de las papeletas de esos comicios, según detalló Henrique Capriles Radonski, excandidato presidencial en 2012 y 2013,del partido Primero Justicia.
«El país no es madurista, ni está pintado de rojo», opinó ante la prensa. El punto clave es que esos votos contra Maduro se dividieron en tres bloques: la Mesa de la Unidad Democrática, cercana a Guaidó; la Alianza Democrática, de quienes disienten de las estrategias del llamado presidente interino y que tomaron judicialmente el control de cinco partidos opositores; y los independientes.
La fragmentación de varias candidaturas para un mismo cargo impidió que la oposición ganara entre 10 y 14 gobernaciones, según analistas y políticos.
Guaidó, luego de los comicios, llamó a una nueva fase de «reunificación» de los factores que adversan a Maduro para continuar su lucha política. Capriles Radonski, por su parte, consideró que «nadie es dueño de la oposición» y urgió a iniciar «un proceso de exploración» para unificar el liderazgo antichavista.
La ruptura entre quienes apoyan a Guaidó y quienes no lo hacen se evidenció en enero de 2020, cuando un grupo de diputados opositores se asociaron con legisladores chavistas para nombrar como presidente del Parlamento a Luis Parra ,un parlamentario expulsado del partido opositor Primero Justicia.
Una investigación realizada por la bancada leal a Guaidó concluyó que el gobierno de Maduro sobornó con millones de dólares a al menos27 parlamentarios para que traicionaran a su coalición democrática.
Parte de esos políticos conforman la hoy llamada Alianza Democrática, donde hacen parte 25 movimientos-cinco de ellos intervenidos por sentencias judiciales-que abogan por las negociaciones con Maduro, la participación en elecciones y critican a la oposición tradicional. Esa coalición ganó una de tres gobernaciones adjudicadas a la oposición, Nueva Esparta, y 38 alcaldías.
Puerta cerrada
La propuesta de reunificara la oposición para sumar votos de cara a eventuales procesos nacionales, como unas presidenciales, supone el eventual escenario de reconciliación entre quienes se han acusado mutuamente de corrupción -Guaidó llama «alacranes» a los integrantes de esa disidencia, mientras estos lo critican por apropiarse del manejo de activos venezolanos en el extranjero-.
Guaidó se refirió a esos disidentes en una entrevista con el diario español El País publicada este lunes. Consultado sobre la idea de Capriles Radonski de aglutinar todas las fuerzas no chavistas ,el líder político respondió: «alguien cooptado por la dictadura, sobornado, no puede ser considerado de la oposición».
La plataforma unitaria opositora está compuesta por una treintena de partidos con distintas ideologías y militancias. Analistas y movimientos advierten que está liderada por cuatro organizaciones políticas conocidas como el G4: Primero Justicia, Voluntad Popular, Acción Democrática y Un Nuevo Tiempo.