viernes, 22 noviembre 2024
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Tío y sobrino fueron asesinados y sus cuerpos carbonizados

Euseglimar Gonzalez | LA PRENSA.- Fin a una búsqueda de­sesperante. Cansado de subir y bajar el cerro del vertedero de Duaca, el padre de José Manuel Amache Sánchez (20), suspira y con un nudo en la garganta dice que uno de los dos muchachos que hallaron muertos y quemados, es su hijo.

Desde el sábado lo estaba buscando porque había desaparecido junto a su sobrino José Lorenzo Martínez Amache (18). A los dos los mataron.
José Manuel y José Lo­renzo salieron de su casa en el sector Padre Orio­ne, de Duaca, como lo ha­cían todos los días, iban al vertedero, pues allí tra­bajaban como gancheros.

Ellos no acostumbraban quedarse fuera de casa, pero ese día José Ama­che, padre de José Ma­nuel, se fue al campo a trabajar y no los vio más.

No fue sino hasta el do­mingo que se enteró que estaban desaparecidos. “El lunes me fui a Bar­quisimeto a buscarlos por todos lados. Fui al hospital, a la morgue, a la Policía y terminé en el Cicpc, ya no sabía qué ha­cer, nadie me daba infor­mación sobre ellos, esta­ban desaparecidos”, cuenta con tristeza el pa­dre de José Manuel.

Finalizando la tarde del lunes a José le avisan que en un cerro que está cer­ca del vertedero habían unos cuerpos quemados, pero él aún seguía en Barquisimeto. Detallan que otros familiares lle­garon hasta el sitio y aun­que estaban casi en su to­talidad carbonizados, los reconocieron.

Los cuerpos estaban uno encima del otro. Al parecer los homicidas le metieron candela con unos cauchos encima, pues entre los cadáveres
quedaron las mallas de acero de los neumáticos.

Aunque no se ha deter­minado la causa de las muertes de los jóvenes, fuentes policiales presu­men que fueron asesina­dos de un golpe en el crá­neo.

Detallan que cuando el papá del joven llegó hasta el sitio ya estaba oscure­ciendo, y explica que los reconoció. “Son ellos, son los únicos que están desaparecidos”, dijo.

Para poder llegar hasta el sitio en donde estaban los cuerpos hay que in­gresar por el caserío La Fundación, camino de tierra, único sector en
donde pasan carros. Los funcionarios de la Policía de Lara (Polilara) res­guardaron la zona desde ayer en la mañana hasta que llegó el Eje de Homi­cidios del Cicpc.

Los “petejotas” llegaron en la mañana y comenza­ron el recorrido por el ce­rro. Tuvieron que cami­nar aproximadamente 15 minutos para poder lle­gar hasta donde estaban los cuerpos y hacer las experticias del sitio.

Los cuerpos, además de estar quemados, estaban des­compuestos. Al parecer el mismo día que desapa­recieron fueron asesina­dos.

“¡Ay, Dios santo, cómo dejaron a esos mucha­chos. Ellos no merecían morir así, porqué!”, decía un familiar de los jóve­nes.

El padre de José Manuel tenía más preguntas que respuestas sobre el doble crimen. Miraba los cuer­pos y se preguntaba el porqué los mataron. La familia del otro mucha­cho estaba desconsolada llorando la muerte de los dos, tío y sobrino.

Los “petejotas” colecta­ron como evidencia un palo, con el que presu­men haya sido utilizado para asesinar a los mu­chachos, pues aparente­
mente tenía rastros de sangre, aunque los detec­tives investigarán si se trata del arma homicida o no. Los cuerpos fueron trasladados hasta la mor­guecita del Cementerio Municipal de Iribarren para realizarles la autop­sia y determinar las cau­sas de la muerte.

Funcio­narios del Eje de Homi­cidios aún no tienen un móvil determinado sobre el doble asesinato. Los familiares de los jó­venes contaron que ellos no sabían si los mucha­chos tenían problemas, pues ellos salían de su casa a trabajar y regresa­ban en las tardes.

“Si tenían problemas nosotros no nos entera­mos. Ellos eran muy tranquilos”, soltó un fa­miliar

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