Anaís Mendoza | LA PRENSA.- Los tirotean en la cabeza. Lisbeth del Valle Vargas (47) y Miguel José López (21), fueron asesinados la madruga de ayer en el sector 9 del barrio La Paz.
Una mujer que no quiso revelar su identidad y que reside cerca de la esquina donde fueron asesinados Lisbeth y Miguel, explicó que aproximadamente a las 3:00 de la mañana escuchó varios disparos. Pero como el sector es peligroso no se atrevió a salir para ver lo que pasaba, por lo que prefirió esperar a que amaneciera.
Detalla que cuando amaneció observó en la esquina los cuerpos sin vida de Lisbeth y Miguel. Los habitantes los reconocieron, porque los dos se la pasaban caminando por ese sector supuestamente comprando droga.
Ellos eran mala conducta, varias veces vi al chamo robando por aquí, además él vive cerca de esta cuadra y la señora a veces se la pasaba con él”, acotó la vecina.
Ambos cadáveres quedaron cerca en una esquina en enfrente de un local que tiene portón de color negro. Un gran charco de sangre había en la acera. Lisbeth vestía una bermuda de color marrón, una chemise negra, y cargaba puestas unas chancletas de color rosado. Miguel vestía una chemise de rayas, pantalón de color beige y zapatos deportivos negros.
Una comisión del Cicpc llegó al lugar a las 8:00 de la mañana recogió las evidencias del crimen, levantaron los cuerpos y lo trasladaron a la morgue del Hospital Central.
Una lucha
Carolina Vargas una sobrina de Lisbeth llegó ayer al mediodía junto a dos primas para reconocer el cadáver de la fallecida. Ella explicó a La Prensa, que desde hace 5 años Lisbeth estaba consumiendo drogas.
Carolina dijo que Lisbeth era conocida como la “Vieja”, y trabajaba como caletera en Mercabar, y con ese empleo mantenía a sus dos hijos de 13 y 3 años.
Nosotros luchábamos cada día con mi tía para que dejara de consumir drogas, pero ella no hacía caso, a pesar de eso no era una mala mujer; se la pasaba trabajando todo el día”, informó Carolina.
Indicó que el sábado Lisbeth salió de su casa en el barrio San José Obrero. Ella dijo que iba a buscar un dinero para comprarle una leche a su hijo menor, luego no supieron más de su paradero.
Las tres sobrinas aclararon que no conocen a Miguel, y nunca lo habían visto con su tía. Lo que sí aseguran es que Lisbeth no tenía problemas con nadie.