Euseglimar González | LA PRENSA.- Con una sonrisa y como una buena amiga, recordarán a la enfermera asesinada Wilgleidys Álvarez. Ayer al mediodía llevaron el cuerpo de la dama a la Policlínica de Barquisimeto para que sus compañeros le rindieran un homenaje.
“Se nos fue la muñeca del grupo”, decía una mujer mientras veía el féretro en medio del estacionamiento de la clínica. Entre lágrimas, una compañera de trabajo leyó unas palabras dedicadas a Wilgleidys. “Aliviabas el dolor de muchos enfermos. Hoy te recordamos con esa sonrisa y estamos orgullosos de haberte tenido como enfermera”, contó una compañera de trabajo.
Las enfermeras rodearon la urna. Una de ellas no se apartaba de ella y observaba su rostro. Otra de las amigas de guardia de Wilgleidys contó que en la última guardia estuvo toda la noche riéndose y hablando con ella.
“Ella no tenía enemigos. Era una persona tan especial para todos que la conocíamos”, comentó una amiga.
La mamá de Wilgleidys estuvo durante el homenaje a su hija. Su mirada estaba ida, sus pensamientos fueron interrumpidos por un compañero de trabajo de la mujer. El hombre le explicaba la última vez que vio a la dama y cómo la recordaba. La madre sólo le dedicó una media sonrisa, mientras que las lágrimas recorrían su rostro.
Los niños de Wilgleidys estaban allí. El pequeño de 12 años siempre estuvo al lado de su tía y abuela. Mientras que la pequeña de sólo 6 años, tenía puesto un vestido
blanco y en sus manos llevaba una rosa de color rojo. Ambos corrieron a las manos de su abuela cuando ya se iban.
“Ya no hay llanto ni dolor‘, fue la última frase que dedicó una amiga enfermera a Wilgleidys. El féretro fue cargado por sus compañeras y llevado hasta el coche fúnebre.
Wilgleidys murió el miércoles en la madrugada a consecuencias de dos impactos de bala. Uno lo recibió en el estómago y el otro en la cara. El esposo de la dama es el principal sospechoso de la muerte.