Anaís Mendoza | LA PRENSA.- Un menor de cuatro años falleció a causa de un disparo que él mismo se propinó cuando manipulaba el arma de fuego de su papá. El hecho ocurrió el sábado en la calle 49 con carrera 25.
La mamá del menor embargada por el dolor explicó cómo sucedió la tragedia. Ella salió de su casa en el sector Andrés Eloy Blanco, junto al menor a casa de su papá ya que no convivían juntos. Iban a buscar un antibiótico para el niño que tenía principio de bronquitis, pensaba que el padre del menor que vive en la calle 49 había comprado el medicamento. Ellos están separados, y al llegar la madre del pequeño se encontró con la hermana del papá del niño, y le dijo que entraran a buscar el medicamento. El papá no estaba en casa así que en vez de llamarlo y preguntar por el antibiótico lo comenzaron a buscar.
La vivienda es de dos pisos las dos buscaron abajo y el pequeño subió hasta la habitación del papá. En alguna parte del cuarto estaba el arma de fuego la cual habría comprado legalmente. Al parecer el niño la manipuló y luego, “pum” un disparo impacto al menor en el rostro.
El sonido irrumpió el silencio de la casa. La madre desesperada corrió hasta donde estaba el niño y lo consiguió tirado en el suelo, en un intento por salvarlo la mujer recogió parte de los sesos del niño y lo levantó. La tía entró en crisis, pero juntas lo llevaron al ambulatorio del Obelisco; ya había muerto.
“Traté de salvarlo. Ojalá hubiese llamado al papá, cuando yo iba para allá, el guardaba bien la pistola cada vez que se quedaba con mi hijo”, comentó la señora llorando.
Rafael Hernández, padre del niño, dijo que la compró por seguridad, por estar cansado de que se metieran en su casa a robar. Una conocida de la familia explicó que Rafael salió a la casa de su exsuegra cerca de la 49, justo cuando su hijo llegaba. Él fue a buscar el récipe del antibiótico pues aún no lo había comprado.
Rafael es discapacitado de una pierna a causa de un accidente de tránsito, tras enterarse del hecho intentó suicidarse en el ambulatorio con los cordones de los zapatos, pero más tarde fue detenido por el Cicpc.
“Si la mamá hubiese llamado al papá del niño ella no hubiese ido a la casa”, reflexionó sobre el hecho. El pequeño jugaba baloncesto desde que tenía un añito en la escuela “Redimidos”. Un familiar dijo que el niño tenía futuro como jugador y era muy cariñoso.